Escritor Baradit se pisa
la cola con errores sobre O’Higgins
“Pisarse la cola” es un antiguo dicho popular,
cuya metáfora animal refiere al hecho de ser inconsecuente con uno mismo, hacer
lo contrario de lo que se dice o caer en lo mismo que se critica. Esto le
ocurre al escritor Jorge Baradit en su artículo “¿Es Bernardo O’Higgins el libertador de Chile?”[1]
En el Prólogo del mismo libro en que poco
después aparece el artículo de O’Higgins, señala que la historia contada en la
escuela desde hace décadas: “está plagada
de omisiones y tergiversaciones acomodaticias… simplificaciones torpes y los
afanes pedagógicos moralistas… mutilando la historia y convirtiéndola a veces
en un manojo de relatos patrioteros”.
Juzgue cada cual, tras leer esta nota, si no le
ocurre justamente eso al relato de Baradit sobre O’Higgins. Para ello,
revisaremos muy esencialmente las ideas centrales del relato.
1. La disputa entre
O’Higgins y Carrera sería la de una revolución “(invasión) argentina”, la del
primero, y la de una “chilena”, la del
segundo.
Silenciando, nada menos, que se trata de una
guerra de independencia entre las colonias españolas americanas por un lado y
el imperio colonial español, por otro, Baradit nos habla de un “ejército
invasor argentino que destruyó al ejército chileno”.
Por “argentino”, se refiere al ejército de Los
Andes, en el que se sabe bien documentadamente que, además de una mayoría de rioplatenses
(entonces no existía Argentina), había fuerte aporte de chilenos, altoperuanos
(actual Bolivia, que en ese entonces no existía) y ex esclavos negros. Pero más
importante aún, que su objetivo y proyecto declarado de programa es la
emancipación continental, lo cual se simboliza en el hecho de que la bandera de
este ejército no es, a propósito, exactamente igual a la de las provincias del
Río de la Plata, sino diferente. Baradit prefiere ocultar esto diciendo que
era una bandera “albiceleste”, es como si se llamara “albiceleste” la primera
bandera chilena de Carrera (tenía esos dos colores) para dar a entender tergiversadamente que
era “argentina” .
El cual venció a las fuerzas realistas
españolas en Chile, lo que Baradit llama el ejército “chileno”, aunque no tiene
problemas en reconocer que habían cometido toda clase de crímenes y abusos
contra la población de Chile (¿?). Se sabe con certeza que San Martín, que
vivió y luchó desde los cuatro años de edad hasta los 40 en España, para luego
venir a luchar en la independencia latinoamericana, hablaba con acento español y
habló siempre de la independencia continental, nunca “Argentina”, todo un
símbolo que la revolución era programática y no de supuestas nacionalidades que
no existían.
El propio Carrera, ¡Ho, sorpresa! Y Ho,
silencio enorme en el relato de Baradit, es un actor importante en las luchas
internas post independencia en… Sí, las provincias del Río de la Plata,
Argentina, como la llama a-históricamente Baradit. Incluso la actual
Constitución federal de ese país tiene mucho de las ideas legadas por Carrera.
¿Acaso se trata de que Carrera “invadió”
Argentina? Claro que no. Se trata de que Carrera y la Logia Lautaro compartían
el mismo programa revolucionario esencial que era irrenunciablemente
Continental, lejos de la caricatura “nacional” (más bien chovinista) de
Baradit. Sus disputas obedecieron a muchos otros factores, tal como ocurre hoy
en que vemos fuerzas programáticas con el mismo programa esencial, pero
separadas por una serie de otros factores complejos, entre los que están
incluso las odiosidades personales.
Las propias palabras finales de Carrera: “Muero
por la libertad de América” son lapidarias para el relato de Baradit y hacen
estallar su invento de “dos revoluciones”, “una chilena” y de seudo
nacionalismos actuales trasladados a-historicamente a la época independentista.
Además de este criterio de origen nacional de
los integrantes de los ejércitos, a-histórico, incongruente y poco riguroso, ya
que justamente no existían esas nacionalidades tal como las conocemos hoy, para
justificar las supuestas “dos revoluciones”; además de ignorar o silenciar por
completo el carácter irrenunciablemente continental de todos los
revolucionarios, carrerinos y lautarinos, Baradit también apela a los
siguientes argumentos:
2. Carácter masónico
de la Logia Lautaro de O’Higgins, financiada desde Inglaterra.
Se sabe con absoluta certeza y sin discusión
que las logias patriotas tomaron los métodos clandestinos de organización de
las masónicas pero no eran para nada más lo mismo. Fueron diferentes por el
objetivo y por la autonomía de sus decisiones. Prueba de ello es que masones
pelearon por ambos bandos, realista español e independentista latinoamericano.
El propio José Miguel Carrera, como se sabe con
absoluta certeza, fue masón, integrado en logias de Estados Unidos, y sin
embargo, enemigo jurado de la Logia ¿”másonica”? Lautaro de O’Higgins y San
Martín.[2]
Pero ¿qué hacía Carrera en Estados Unidos?
Ho sorpresa, Sí, buscaba y finalmente recibía,
financiamiento. ¿Entonces, cómo puede ser él representante de la revolución
“chilena” frente a la otra que se “financia de Inglaterra”? Porque Baradit no
solo ignora o silencia este hecho, sino más importante aún, ignora algo
fundamental, no solo en la independencia
sino en toda lucha humana desde siempre y fácilmente visible hoy mismo:
que todos quienes enfrentan a un enemigo poderoso necesitan y deben buscar
alianzas tácticas con quienes no comparten objetivos finales o esenciales pero
sí circunstanciales.
Por eso, Francisco de Miranda, fundador de la
“logia financiada por Inglaterra” (como la llama Baradit) primero fue, años
antes, cuando era oficial del ejército español, combatiente internacionalista
al lado de las colonias inglesas de Norteamérica contra Inglaterra. Por eso,
los esclavos negros haitianos pelearon, enviados por el imperio francés, en ese
mismo bando y esa misma revolución, donde se convirtieron en cuadros que
después se volvieron contra el propio imperio francés e hicieron la primera
revolución de independencia latinoamericana y el primer estado sin esclavitud
del mundo. El propio José Miguel Carrera encontrará financiamiento, armas,
barcos y apoyos de la naciente potencia imperial norteamericana. Rober Poinsett
será internacionalista norteamericano en las filas de Carrera y pocos años
después estará en México buscando robar territorio mexicano para Estados Unidos
bajo la doctrina imperialista Monroe.[3]
¿Quiere decir esto que Carrera era agente
norteamericano? Por supuesto que no. Carrera, igual que la Logia Lautaro, que
todos los revolucionarios de esa época, y de todas las épocas, incluida la
presente, necesitaba y debía buscar
alianzas tácticas, momentáneas, pasajeras, con actores que no compartían o
incluso eran adversarios programáticos, pero con los que había coincidencias de
intereses en el momento.
3. “San Martín… pensaba que lo mejor para
América Latina –Chile y Argentina también- … ¡eran las monarquías!”
Lo primero que uno se pregunta es porque
entonces se tomó tanto trabajo, deterioró gravemente su salud y arriesgó tanto
su vida, para luchar y finalmente derrocar…. ¡a una monarquía¡
Porque Baradit ignora de nuevo por qué se
estaba luchando esa guerra, y no era por monarquías versus repúblicas. Ocurre
lo mismo que con las nacionalidades tal como las conocemos hoy que no existían
entonces. La guerra era por la independencia del imperio español, la unidad
continental y contra las castas oligárquicas; y la cuestión de si para eso se
usaba una monarquía constitucional o una república era difusa y táctica en la
época, de forma y no de fondo.
Carrera, en 1817, se asila en Montevideo,
ocupado por el general Lecor, al mando de un ejército portugués, monarquista y
esclavista. En 1820, es nombrado “Pichi Rey” por los indios ranqueles. Sin que
a nadie se le ocurra (o eso esperamos) tomar estos hechos como una prueba de su
supuesto “monarquismo”.
Miranda, por ejemplo, hace sus primeros
proyectos independentistas para monarquías constitucionales (incas) y luego se
inclina más por la forma republicana. El Congreso de Tucumán, primero en
declarar la independencia suramericana en 1816, aprueba un proyecto de
“incanato suramericano”.
San Martín, que fue republicano siempre, mira la
monarquía como una necesidad puntual y transitoria para conservar la
independencia en Perú ante graves dificultades que amenazan con perderla.
O’Higgins, su aliado y estrecho amigo personal hasta muchas décadas después,
discrepa y se mantuvo republicano radical siempre. Ambos son programáticamente,
de fondo, independentistas, antimperialistas y anti oligárquicos (San Martín se
ganó el odio de la nobiliaria Lima por sus leyes a favor de indios y negros),
no los separa una cuestión de forma, táctica, sino que los une el programa
esencial.
4. O’Higgins sería
autoritario y criminal (implícitamente, Carrera no lo sería)
Es innegable que la odiosidad personal y de
grupo entre carrerinos y lautarinos llegó a extremos incontenibles. Y aunque
Baradit silencia el dato fundamental de que se trataba de un odio mutuo y
equivalente, existe abrumadora prueba histórica de que los Carrera no habrían
actuado diferente a la Logia Lautaro, de haber ganado la pugna. Por dar un
ejemplo, en cartas a su esposa Mercedes, José Miguel escribe respecto de su
planes de derrocar el gobierno de O’Higgins en Chile, literalmente, que
bastaría con “ahorcar cuatro brivones”
y que es una “lástima que Riquelme [O’Higgins] no tenga mil pescuezos para medio pagar”.[4] Esto es mucho antes del asesinato de sus
hermanos por la Logia Lautaro.
Lo cierto es que las circunstancias dieron por
vencedores a los lautarinos y estos actuaron movidos por esa inquina,
asesinando a los Carrera y más tarde a Manuel rodríguez. Un hecho deleznable,
triste e injustificable, que muestra las limitaciones y errores de esos
revolucionarios, pero que no niega que es muy probable que los Carrerinos
hubieran hecho lo mismo y que a pesar de lo ocurrido compartían el programa
esencial de independencia, continentalidad y anti oligarquía.
Así se explica porque Manuel Rodríguez, siendo
carrerino, luchó junto a la Logia Lautaro en la independencia de Chile. O
porque Carrera escribió a Simón Bolívar en 1816 para reafirmar la idea de lucha
continental conjunta, el mismo Simón Bolívar a cuyas órdenes, y por las mismas
razones de Carrera, se pondrá O’Higgins en la campaña final de Ayacucho.
¿Por qué silenciar esto tan importante y tan
vigente para enfatizar solo unilateralmente las odiosidades personales y de
grupo? ¿A quiénes sirve esa media verdad finalmente?
Respecto del autoritarismo de O’Higgins, baste
decir que, como está bien documentado e indiscutido, fue el más fuerte impulsor
del primer congreso chileno y un irrenunciable republicano que se negó a las
fórmulas monárquicas constitucionales consideradas por muchos revolucionarios
patriotas.
Ciertamente, que realizó acciones fuertes,
militares, ¿pero acaso puede esperarse otra cosa en tiempos turbulentos de
guerra y de incipiente, convulsionada construcción de un estado? ¿Acaso Carrera
no dio tres golpes de estado en el corto período de la primera independencia? ¿Acaso
no siguieron 10 años de luchas violentas, autoritarias y criminales, tras el
derrocamiento de O’Higgins? ¿Dónde estaban los no autoritarios ni criminales
entonces?
Llama la atención que Baradit no encuentre
incongruencias entre el derrocamiento del supuesto O’Higgins autoritario y
criminal y las medidas de su gobierno que afectaron a la más reaccionaria y
conservadora oligarquía nobiliria, latifundista y de la iglesia, tales como la
eliminación de los títulos, los mayorazgos y el monopolio de cementerios en las
iglesias solo para los ricos y católicos, quienes lo terminaron derrocando.
El autoritario y criminal O’Higgins es hasta
ahora, sí hasta ahora, el único, sí el único, jefe de estado chileno que
reconoció la independencia del pueblo Mapuche.[5]
¿Puede alegremente silenciarse, como algo nimio y sin importancia, este hecho
en un país cuyos crímenes contra el Pueblo Mapuche son su herida abierta hasta
hoy?
De ahí que resulte falso, injusto y triste la
imagen de la caratula del libro de Baradit de un O’Higgins con el gesto y los
lentes del Pinochet golpista, quien hizo exactamente lo contrario, favoreció en
todo a esos mismos sectores privilegiados y derrocó un a un Presidente,
Allende, que hizo exactamente lo que O’Higgins, afectar sus intereses.
Historia, ¿para qué?
Si bien se aplaude la iniciativa de usar la
anécdota, la sencillez y la actualización para llevar la memoria histórica a la
gente, haciéndola más atractiva, esto no puede ni debe hacerse sacrificando la
rigurosidad histórica, lo que equivale a dar un paso adelante y otro atrás.
El recurso fácil de apelar a los egoísmos
chovinistas y enfatizar las bajas pasiones de encono personal y de grupo conecta rápido con el sentido
común de esta sociedad enferma precisamente de eso, ¿pero es eso lo que
buscamos o queremos buscar?
Debemos y podemos buscar el rescate actualizado
de nuestra memoria histórica, superando la arena movediza y el campo minado de
mentiras, calumnias, silencios y tergiversaciones, pero para construir una
sociedad más sana y más humana, independiente, justa y continental, como la
soñaron y por la que lucharon O’Higgins y Carrera, dos grandes patriotas, no
perfectos, ni angélicos, ni inmaculados, sino imperfectos y limitados, pero comprometidos
ambos de igual manera con una idea y un pueblo.
El gran cubano universal, José Martí, escribió
estas palabras para otros libertadores independentistas pero que sirven
totalmente para estos gigantes que hemos comentado aquí, Carrerinos y Lautarinos:
“Los hombres no pueden ser más perfectos
que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene
manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos
hablan de la luz” .[6]
[1]
Corresponde al Capítulo 1 del
libro: Baradit, Jorge (2016). Historia
secreta de Chile 2. Sudamericana. Chile. Páginas 17 a 31.
[2]http://www.academia.edu/2307659/Jos%C3%A9_Miguel_Carrera._Redes_mas%C3%B3nicas_durante_las_guerras_de_independencia_en_Am%C3%A9rica_del_Sur
Consultada el 4 de julio de 2017.
Consultada el 4 de julio de 2017.
[4]
Cartas del 16 y 22 de mayo de 1817.
[5]
http://www.radiovillafrancia.cl/bernardo-ohiggins-reconocia-en-1819-la-independencia-territorial-y-autonomia-del-pueblo-mapuche#sthash.rOA7jBwl.dpbs
Consultada el 4 de julio de 2017.
Consultada el 4 de julio de 2017.