lunes, 9 de octubre de 2017

El Arte de ser el Che


Entre los extraordinariamente múltiples talentos del Che: éticos, políticos, intelectuales y militares, frutos de su voraz afán por desarrollar constantemente al máximo posible su humanidad, se encuentra también su dimensión artística.

El sábado pasado, 7 de octubre, en el espacio “Juglares” en Lima, animado por el trovador Jorge Millones, durante un hermoso recital de canto y poesía para celebrar el regalo que ha sido la vida, la lucha y el ejemplo del Che, fue también una estupenda ocasión para profundizar y disfrutar de esta fundamental dimensión artística suya.

La importancia del arte para el Che puede graficarse en el hecho de que, en medio de las terribles dificultades, sacrificios y escaseces de la guerrilla en Bolivia, llevaba en su mochila un cuaderno con poesías de Pablo Neruda, César Vallejo, León Felipe y otros poetas.

Los más grandes poetas, entre ellos el mismo Neruda, Benedetti, Cortázar, Guillén y muchos otros, le correspondieron, a su vez, con versos que expresaron la pena y la admiración, cuando su partida física sacudió a los pueblos del mundo entero, sin excepción. Como lo muestra el hecho extraordinario que a mediados de la década de 1960, cuando el movimiento político de los afroamericanos en Estados Unidos alcanzaba sus expresiones más radicales, virulentas y hasta sectarias, el único retrato de un líder no afroamericano que, no solo era admitido, sino públicamente admirado, era el del Che.       

Su ejemplo se ha vuelto desde entonces una fuente de inspiración que no cesa. Siguen los poetas cantando su paso por el mundo. Muchos fueron también guerrilleros, como Roque Dalton, Leonel Rugama y Tomás Borge, entre otros.   

Existen poesías del propio Che, previas a la expedición guerrillera del Granma, en las que le habla a Fidel - casi premonitoriamente de la que sería después su imagen más conocida - de “frente plena de martianas estrellas”. Durante su vida como cuadro dirigente de la revolución cubana, en el ejercicio de diversos cargos, era usual que citara o leyera poesías en medio de sus discursos públicos, como por ejemplo la de Rabindranath Tagore.

Inagotable ha sido también su inspiración en el canto, que ha encontrado en el Che uno de los tópicos más sublimes y colectivos de la humanidad. Desde las sencillas coplas campesinas hasta la trova y el rock.

En el libro “Canto épico a la ternura”, Rony Feliú, Director cubano de la Revista Tricontinental, ha recopilado 150 canciones de 16 países directamente creadas para el Che. En una entrevista reciente, Silvio Rodríguez habla de siete de sus canciones para el guerrillero heroico. La canción “Hasta siempre, Comandante” del cubano Carlos Puebla es ya un himno latinoamericano. 

La banda de rap metal estadounidense Rage Against the Machine (Odio contra la máquina), que se caracteriza por sus mensajes de crítica social y política, usó la más icónica imagen del Che, con boina y mirando el horizonte, para la portada de su primer disco.     

Desde la escultura, la pintura, la fotografía, el mural y todas las formas concebibles del arte visual, la imagen del Che se ha generalizado a la cultura pop, incluyendo su presencia en tatuajes, banderas de barras de fútbol, camisetas, zapatillas y toda clase de productos mercantiles. Se ve en ello muchas veces una distorsión contraproducente. Pero representa también un plano mucho más amplio de su influencia y simbolismo ético primordial, acaso incluso inconsciente, aunque necesariamente menos denso y menos definido ideológicamente. 

El denominado séptimo arte también sabe de su paso. En 1969, apenas caído el Che, se estrenó la película “Ché!”, dirigida por Richard Flischer y groseramente manipulada por la Central de Inteligencia norteamericana, CIA, para desprestigiar al revolucionario. La película fue prohibida en Argentina debido a su evidente impronta fascista. Omar Sharif, afamado actor que interpretó al Che en ella, ha lamentado públicamente haberlo hecho, calificándolo como el mayor error de su vida.  

En 2004, se estrenó la película “Diarios de motocicleta”, dirigida por Walter Salles y protagonizada por Gael García Bernal, que relata los viajes juveniles de Ernesto Guevara por América del Sur en 1952. Ganó más de veinte premios internacionales.    

En 2008, se estrenó la película “Che”, dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por el actor Benicio del Toro. Aplaudida por la crítica y el público, muestra la vida del Che en dos partes; la primera (“El Argentino”) en la lucha guerrillera cubana y la segunda (“Guerrilla”) en la lucha guerrillera en Bolivia. 

Se está por estrenar en Japón, y se anuncia para noviembre en Cuba y Bolivia, la película “Ernesto”, centrada en la vida de Freddy Maymura, joven estudiante de medicina,  boliviano de padres japoneses, que cayó en la lucha guerrillera del Che en Bolivia, usando como nombre político el que da título a la película. Dirigida por el japonés Junji Sakamaoto, es una producción japonesa rodada en Cuba y en español.

En el campo del vídeo documental, existen literalmente innumerables documentales centrados en diversos aspectos de la vida y lucha del Che, cuyo núcleo podría encontrarse en la producción cubana de más de cuarenta documentales del más alto valor fílmico, histórico y político.      

Artista de sí mismo

Existe consenso, finalmente, que la mayor dimensión artística del Che fue él mismo. Una idea que asoma en esta frase que escribió en una carta de despedida a sus padres, antes de emprender los que serían sus últimos proyectos guerrilleros: “…una voluntad que he pulido con delectación de artista.”

Una idea que se reafirma con singular belleza en uno de los más conmovedores documentos que se hayan hecho para el Che, la carta de despedida para él de Haydée Santamaría, la legendaria revolucionaria cubana:

     “…este gran pueblo no sabía que grados te pondría Fidel. Te los puso: artista.  Yo pensaba que todos los grados eran pocos, chicos, y Fidel, como siempre, encontró los verdaderos; todo lo que creaste fue perfecto, pero hiciste una creación única, te hiciste a ti mismo”.
 
           

viernes, 6 de octubre de 2017

Che, memoria y destino continental en Perú



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Este sábado 7 de octubre en la noche, en el distrito de Lince en Lima, se realizará un recital de canto y poesía en conmemoración de los cincuenta años de la caída de Ernesto “Che” Guevara en la lucha guerrillera. Se me ha invitado gentilmente a hacer un comentario de presentación en la ocasión, tarea que asumo con gusto y responsabilidad.

Parte de las reflexiones sobre el Che que quiero compartir ahí tratan sobre la relación relevante que el Perú como país y como pueblo tuvo con el Che.

En 1952, el joven practicante de medicina Ernesto Guevara hace un largo viaje como “mochilero” por Suramérica en compañía de un amigo. Deja registros escritos del viaje que dieron origen a un texto y a una galardonada película de cine, “Diarios de motocicleta” del año 2005.

Entre los países que visita está Perú, donde permanece largos meses, en diversos lugares que incluyen Machu Picchu, donde junto con la majestuosidad y significación trascendente del complejo arquitectónico, deja testimonio del saqueo arqueológico al que fue sometido por los primeros investigadores y visitantes extranjeros[1].

Recibe en este país la hospitalidad y amistad del doctor peruano, Hugo Pesce, quien había sido compañero - y cofundador en 1928 del Partido Socialista Peruano - del sobresaliente pensador José Carlos Mariátegui, a cuyas ideas marxistas latinoamericanistas introduciría al joven argentino. 

La relevancia de esto para la formación de quien más tarde influiría a su vez en la historia continental y mundial, la describe el propio Guevara en la dedicatoria que le escribe a Pesce en un ejemplar que le envía al Perú de su libro “Guerra de guerrillas”, publicado en Cuba en 1960.

     “Al doctor Hugo Pesce, que provocara, sin saberlo quizás, un gran cambio en mi actitud frente a la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de siempre pero encaminado a fines más armoniosos con las necesidades de América; fraternalmente, Che.”[2]

Es también por mediación del doctor Pesce que en Lima, en el barrio de Piñonate en San Martín de Porres, y en el Amazonas peruano, en el pueblo de San Pablo, trabaja en leprosorios, al servicio de los enfermos que en la época eran las personas más marginales y excluidas imaginables. Hecho que sin ninguna duda impactó en la sensibilidad social y política del futuro revolucionario y sobre todo en su visión irrenunciablemente continental, opuesta a todo atisbo de chovinismo localista. Así lo consigna Guevara en sus apuntes, cuando el 14 de junio de 1952 recibe en el leprosorio amazónico peruano un agasajo por su 24 cumpleaños.

     “yo, ‘pisqueado’, elaboré más o menos lo que sigue:
     Bueno, es una obligación para mí el agradecer con algo más que con un gesto convencional, el brindis que me ofrece el doctor Bresciani. En las precarias condiciones en que viajamos, sólo queda como recurso de la expresión afectiva la palabra, y es empleándola Que quiero expresar mi agradecimiento, y el de mi compañero de viaje…. Pero hay algo más; dentro de pocos días dejaremos el territorio peruano, y por ello estas palabras toman la significación secundaria de una despedida, en la cual pongo todo mi empeño en expresar nuestro reconocimiento a todo el pueblo de este país, que en forma ininterrumpida nos ha colmado de agasajos, desde nuestra entrada por Tacna. Quiero recalcar algo más, un poco al margen del tema de este brindis: aunque lo exiguo de nuestras personalidades nos impide ser voceros de su causa, creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas. Por eso, tratando de quitarme toda carga de provincialismo exiguo, brindo por Perú y por América Unida.”[3]

Esa concepción latinoamericanista del muy joven Guevara, cristalizada tempranamente como “prototipo” en Perú, aparecerá años después, acendrada, como programa de la emancipación popular del continente.

En 1964, como representante oficial de Cuba ante la Asamblea de Naciones Unidas, el Che hará explícito el estatus continental de esta identidad, poniendo su propia experiencia biográfica como ejemplo de ese patriotismo gran nacional, ante insinuaciones chovinistas a su nacionalidad de origen.         

     “He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica.”[4]

En su último documento público, su famoso “mensaje a la Tricontinental” de 1967, Guevara profundiza teóricamente esta noción, describiendo las dimensiones culturales, históricas y geopolíticas que explican más ampliamente estas articulaciones identitarias y programáticas de lo nacional, lo gran nacional continental y el internacionalismo, en una sola y misma lucha de la humanidad hacia el socialismo.

    “América constituye un conjunto más o menos homogéneo y en la casi totalidad de su territorio los capitales monopolistas norteamericanos mantienen una primacía absoluta… 
En este continente se habla prácticamente una lengua, salvo el caso excepcional del Brasil, con cuyo pueblo los de habla hispana pueden entenderse, dada la similitud de ambos idiomas. Hay una identidad tan grande entre las clases de estos países que logran una identificación de tipo «internacional americano», mucho más completa que en otros continentes. Lengua, costumbres, religión, amo común, los unen. El grado y las formas de explotación son similares en sus efectos para explotadores y explotados de una buena parte de los países de nuestra América…
Hemos sostenido desde hace tiempo, que dadas sus características similares, la lucha en América adquirirá, en su momento, dimensiones continentales. Será escenario de muchas grandes batallas dadas por la humanidad para su liberación.
En el marco de esa lucha de alcance continental, las que actualmente se sostienen en forma activa son sólo episodios…
Y que se desarrolle un verdadero internacionalismo proletario; con ejércitos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se luche sea la causa sagrada de la redención de la humanidad.”[5]

Luego de aquel primer viaje de 1952, el Che hará otro más al año siguiente, pasando nuevamente  por Perú. A lo largo de toda su vida, su relación y primer matrimonio con la revolucionaria peruana Hilda Gadea y su vínculo con revolucionarios peruanos que caerán junto a él en el proyecto guerrillero boliviano, reforzarán esta relevante relación histórica peruana con el Che[6].

Sin embargo, en el Perú actual, salvo significativos pero modestos rescates de esta memoria, predomina su silencio y desconocimiento. En su lugar, abundan los repetidos lugares comunes por enfatizar el uso que se hace de la imagen del Che en producciones mercantiles de ropa o en el simbolismo de las barras de fútbol. También las obviedades alusivas a que “no era un dios ni un demonio, sino un ser humano común”. No existe ni el más mínimo esfuerzo por rescatar o incluso, siguiendo la lógica neoliberal, aprovechar turísticamente, esa memoria. El Perú oficial no sabe ni deja saber de ella, por más que su importancia histórica objetiva sea indudable.

No tengo dudas de que el actual Perú neoliberal, de espaldas e incomodo a los proyectos continentales soberanos, está condenado a ser superado por la historia como lo hiciera el Perú colonialista en la hoguera de Ayacucho. Entonces, con seguridad, la hora de una reivindicación oficial, masiva, de esta relación peruana con el Che, llegará.

Es en esa certeza que cobra aún más sentido la evocación de este sábado, acaso un rastro de migas de pan que vamos dejando los pueblos, en épocas de extravío, para recuperar el camino de la memoria y el destino.
  




· Por Ricardo jimenez A., sociólogo, comunicador y facilitador chileno residente en Perú. ricardojimenez006@gmail.com   
[1]  Guevara, Ernesto (2005). Diarios de motocicleta Notas de un viaje por América Latina. Argentina: Planeta. pp. 167 y 168.
[2] Instituto Nacional de Salud – INS (2005). Hugo Pesce. Pensamiento médico y filosófico. Perú: Autor. p. 17.
[3] Guevara, Ernesto (2005). Diarios de motocicleta Notas de un viaje por América Latina. Argentina: Planeta. pp. 195 y 196
[4] Discurso pronunciado por Ernesto Che Guevara, representante de Cuba, el 11 de diciembre de 1964 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (19ª sesión, 1299ª reunión). Transcripción tomada de CheGuevara.com (consultada el 28-o9-17). El registro audiovisual se encuentra en Youtube.
[5] Mensaje del Comandante Ernesto Che Guevara a los pueblos del mundo, enviado a través de la Organización de Solidaridad con los pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), hecho público en Cuba, el 16 de abril de 1967. Guevara, Ernesto (2004). Obras escogidas. Chile: Resma. pp. 428, 431 y 434.
[6] Gadea, Hilda (2017). Mi vida con el Che. Perú: COCAGCH.