lunes, 24 de mayo de 2021

Derecha peruana: sola contra el mundo

 









Ricardo Jiménez A. 

Diario Libre (N° 2). 


No es una exageración. Basta ver el silencio que ha caído sobre las noticias internacionales en los monopolios mediáticos y la prensa concentrada. Sus otrora modelos, aliados y patrones están en crisis iguales o peores que la del modelo neoliberal peruano, como Colombia donde el gobierno de derecha solo se sostiene masacrando a su propio pueblo que protesta masiva e inconteniblemente en las calles, o en Chile, donde los profundos cambios de la Asamblea Constituyente y el próximo gobierno de izquierda impactarán a todo el continente.

El presidente Biden, en Estados Unidos, no solo está ocupado en sus propios problemas, buscando maneras menos torpes y desesperadas que su antecesor para tratar de frenar el avance económico y político de China y Rusia, sino que, para colmo de males de la derecha peruana, propone impuestos a los super ricos y medidas redistributivas de la riqueza, que bien podrían ser parte del programa del maestro Castillo y Perú Libre. Medidas que ya antes ha recomendado públicamente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ante el inminente estallido social global que genera la crisis civilizatoria de la pandemia Covid19. También lo ha hecho el Papa Francisco, entre muchos otros. 

La Organización de Estados Americanos – OEA y el engendro del infame grupo de Lima, con el más indigno de los latinoamericanos a la cabeza, Luis Almagro, se caen a pedazos, apenas subsisten nominalmente y quedaron en evidencia como golpistas anti democráticos, tras la aplastante derrota electoral que les propinó el pueblo boliviano. 

En ese contexto internacional, la derecha peruana enfrenta esta segunda vuelta electoral en un terrible vacío y soledad internacional. De allí que, a pesar de preferir gastar un millón de soles en carteles en Lima para denunciar un supuesto “comunismo” y despotricar contra Cuba y Venezuela, en vez de invertirlos en el oxígeno y camas UCI que salvarían la vida a miles de peruanas y peruanos, la campaña aparezca todavía más trasnochada, impertinente e inútil.   

La buena noticia es que ese mismo contexto internacional representa un viento favorable, uno más entre muchos, para el proceso de cambios que el pueblo peruano, tras la representación del maestro Castillo y Perú Libre, necesita, busca y construye en esta inédita batalla electoral en marcha. 



HAZTE PARTE DEL CAMBIO, COMPRA, LEE Y DIFUNDE "DIARIO LIBRE".

martes, 13 de abril de 2021

Al fin, Perú ha parido una izquierda popular

 









Ricardo Jiménez A.

 

En la década de 1990’. la dictadura de Alberto Fujimori derrotó las organizaciones subversivas armadas y, mediante una combinación de represión, violación de derechos humanos y corrupción desatada en todos los niveles del estado y la sociedad, impuso una constitución y un modelo económico ultra neoliberales, que han significado un enriquecimiento ilimitado de los súper ricos a costa de las inmensas mayorías precarizadas o en una débil e insegura integración por el consumo y el crédito, asimilada vagamente como “clase media”.

Parte de ese proceso, fue la descomposición de la izquierda histórica, fragmentada hasta lo indecible, desorientada ante las nuevas realidades, especialmente, la pérdida de sus vínculos masivos y orgánicos con los sectores populares; vínculos que nunca pudo volver a recomponer. Es por ello, que las alternativas electorales contrarias a la derecha neoliberal surgieron de otros sectores distintos y más o menos nuevos, como los del nacionalismo de Humala, quien vertiginosamente traicionó esas aspiraciones apenas llegado al gobierno. O como VeróniKa Mendoza, surgida como figura al romper con la traición humalista y cuya base más ancha está en la clase media ilustrada, culta, progresista y ambientalista.    

Hoy, de sorpresa, sin que nadie lo viera venir, por fin surge en el Perú una izquierda auténticamente popular, tras la candidatura de Pedro Castillo. Prueba de ello es justamente la sorpresa e invisibilidad con que ganó estas elecciones en primera vuelta, debido a que las miradas de analistas, medios de comunicación y aún de las militancias de izquierda clasemedieras, ni lo esperaban, ni lo querían.

A todos ellos incomoda esta corriente política que, a mano y sin permiso, sin “big data” y estrategias de “tweeter”, viene desde Los Andes profundos, siempre despreciados con racismo y clasismo, del movimiento rondero campesino y urbano, el más importante movimiento social del país, parte de Alba Movimientos en Perú, de los sectores sindicales de profesores, que han sido los más combativos y críticos al abandono neoliberal de la educación en los últimos años, y que tiene la capacidad de disputar los cerros pobres de Lima, porque habla su mismo lenguaje y lo mueven los mismos abandonos, olvidos, descontentos y esperanza.  

Se trata de una izquierda popular, auténticamente autónoma, sin complejos y que no busca ni acepta chantajes de la derecha. Un ejemplo, es cuando el candidato Pedro Castillo, profesor y rondero, de 52 años de edad, señaló públicamente que en Venezuela no hay dictadura y que los venezolanos, sin injerencia externa, deben resolver ellos sus problemas, mostrando que era un mito innecesario sumarse a las calumnias de derecha contra Venezuela para “ser una izquierda aceptable” en el país. Otro ejemplo, cuando señala que, si el congreso, que será altamente fragmentado y con mayoría de bancadas de derecha, no quiere apoyar el llamado a Asamblea Constituyente, usará sus facultades presidenciales para cerrarlo, lo cual trasmite un mensaje de voluntad y coraje político que lo hace creíble y da garantías para sumarse, sin el temor a indecisiones y traiciones posteriores.

Por cierto, que tiene errores y limitaciones. ¿Acaso alguna obra humana no? Que pueden ser graves y deben cambiarse, como su rechazo al enfoque de género y los derechos de la diversidad sexual. Que reflejan, además, las limitaciones de su ancha base popular que todavía tiene estos prejuicios y desconocimientos. También hay denuncias de corrupción sobre algunos líderes o candidatos de este movimiento, algo de lo que no escapa, literalmente, ninguna fuerza política en el Perú; además, hay que decirlo, son, en cualquier caso, mínimas ante las corruptelas industriales de los partidos de derecha.

Pero, como decía el cubano universal, José Martí, “el sol tiene manchas. Los desagradecidos solo ven las manchas. Los agradecidos, la luz”. Y no hay dudas que esta luz popular abrirá caminos y nuevos escenarios, independientemente de lo que pase en segunda vuelta y de cara a un neoliberalismo peruano que se cae irremediablemente a pedazos, y que, de alcanzar nuevamente el gobierno, en la segunda vuelta electoral del próximo domingo 6 de junio, es altamente probable que ni siquiera pueda terminar su mandato, dadas las tendencias a la crisis social y la descomposición políticas, estructurales e irreversibles.

Pero eso será otra historia. Ahora toca sumar todos los esfuerzos a esta nueva izquierda popular que al fin ha parido el pueblo peruano.