Chile es un país cuya
oligarquía, desde el derrocamiento de O´Higgins, acérrimo patriota
latinoamericanista, ha construido el país en torno a sus intereses
patrimoniales a través de una política expansionista y de guerras de saqueo hacia
otros pueblos: el pueblo Mapuche, y los pueblos de Perú y Bolivia. Incluyendo
horrendos crímenes de las tropas chilenas, bien documentados por historiadores
chilenos como Milton Godoy para el caso de Perú y José Bengoa y Sergio Grez para
el caso del pueblo Mapuche. El pueblo, forzado (literalmente, a veces borrachos
en cantinas despertaban en los trenes rumbo a los frentes de guerra), envenenado
por la demagogia chovinista o con profundos atrasos de conciencia debido a la
ignorancia, era movido como instrumento de esta política.
Por cierto, cuando este pueblo en apenas tres ocasiones a lo largo de su historia puso en el gobierno presidentes auténticamente patriotas, es decir, que no se movían por los intereses de la oligarquía y que no eran de su gusto, simplemente también les declaró la guerra y los derrocó: Bernardo O´Higgins, José Manuel Balmaceda y Salvador Allende. Como para dejar claro que para la ellos la patria no son más que sus intereses y sus negocios.
En los tres casos, Mapuche, Perú y Bolivia, no se trató de disputas sobre límites difusos heredados de la administración colonial española, caso muy común en toda Suramérica, sino de territorios que claramente, legal y legítimamente, eran indiscutiblemente de sus originales países, y que Chile por el único expediente de la fuerza bruta se los arrebató y anexó. Esto hace poco más de un siglo.
Desde entonces, ese mismo estado oligárquico y su clase política dirigente se ha empeñado ferozmente en mantener un discurso chovinista y prepotente hacia esos pueblos hace poco agredidos y envenenar con él la población chilena, al tiempo que la mantiene en la ignorancia, rebajándola ética e intelectualmente. Un hecho que evidencia este proceso es la circulación en estos días de un “meme” por internet en que aparece el ex dictador chileno Pinochet diciendo que si él estuviera en La Haya, discutiría si entregar o no Lima. No sólo una apelación a los más bajos anti valores humanos, sino una gran ignorancia por parte de quienes lo circulan de un hecho histórico y público, que es justamente el ex dictador el que, por diversas circunstancias muy específicas, ha estado hasta ahora más cerca de devolver una salida al mar a Bolivia a través de actual territorio chileno, lo que propuso en 1975.
Sobre ese discurso, y por haber tomado la opción de servir a los intereses de los poderes fácticos foráneos, la clase dirigente chilena se ha puesto de espaldas a toda la región suramericana, integrando la infame Alianza del Pacífico junto a los otros dos últimos reductos neoliberales: Colombia y Perú, opuestos a los procesos de cambio hacia la soberanía, la justicia social y la integración continental que recorren y avanzan en todos los países de la región.
Por eso, a Chile, al pueblo chileno e incluso a esa clase dirigente, le hace muy bien el fallo de La Haya, pues representa la única forma, a golpes, dolorosa, en que han querido aprender una verdad objetiva: que ya no pueden seguir de espaldas y en contra del continente. Aunque sea a regañadientes han de formar parte de un continente unido, soberano y justo, y para eso se necesita resolver los temas pendientes.
Para el pueblo chileno, representa la oportunidad de romper las cadenas de la ignorancia y la manipulación demagógica, para empezar a pensar de verdad una Patria, es decir, justa, soberana e integrada continentalmente.
Las fuerzas progresistas chilenas deben comprender que esto es una cuestión fundamental, programática y ética, que no puede ser relativizada o abandonada, sin perder la esencia de lo que se busca construir, sin rebajarse al chovinismo y a la subordinación ideológica a la oligarquía. Felizmente, como hemos presenciado estos días, esto ya está ocurriendo. Ciudadanos y fuerzas sociales y políticas chilenas se han manifestado, pública y activamente, contra el chovinismo, y cada vez son más y más fuertes.
Patria es cada vez menos la ignorancia y el chovinismo que busca ocultar la verdad histórica y los intereses espurios de unos cuántos, y cada vez más verdad histórica, unidad continental con bien común, soberanía y justicia para las inmensas mayorías. Por eso, el fallo de La haya le hace muy bien a Chile.