En las primeras
pinturas rupestres que conocemos de nuestros ancestros humanos originales,
encontramos el primer momento en que el ser humano se “reflejó” a sí mismo en
otro espacio, las paredes de las cavernas, y se convirtió así en objeto de su
propio pensamiento. Nació así la reflexión.
Estas fueron palabras de Maurice Capovilla, maestro cineasta brasileño,
participante del “2° Encuentro Refletir (Reflexionar) Brasil, Buen Vivir,
Rescate de la Feliz Ciudad”, realizado entre el 24 y 27 de abril recién pasados
en Paraty, Brasil.
Las palabras
En un curioso juego de
palabras, el nombre del encuentro: “Refletir”, en portugués que es el idioma de
Brasil, tiene dos significados: “Reflejar” y “Reflexionar”, confirmando que
tras miles de años, seguimos la aventura del pensamiento iniciada por nuestros
ancestros.
No es el único juego
de palabras. La otra parte del nombre, también en portugués, habla del Buen
Vivir para el rescate de la “Feliz Cidade”, en español “Ciudad Feliz”, pero que
se pronuncia igual en portugués que “Felicidade”, que significa en español “Felicidad”.
Una doble
significación que recuerda a la usada por el humanista inglés Tomás Moro,
cuando en 1516 publicó su famosa obra “Utopía”, inspirada en las noticias que
como novedad llegaban de la recién encontrada Latinoamérica y sus órdenes
sociales inéditos, diferentes y a veces opuestos a los del Europa. Pero Europa
ya había sentenciado inapelablemente a esos pueblos como en estado de “atraso”,
“incivilización” y “barbarie”, como lo confirmarán gigantes del pensamiento
como Kant, Hegel y Marx. Un “epistemicidio” que aniquiló a esos pueblos como
productores de conocimiento legítimo y válido, al lado del genocidio que los
aniquiló físicamente.
En ese contexto, Moro
usó esa inspiración latinoamericana originaria para una aguda crítica social
del orden europeo, pero jugó significativamente con la ambigüedad al nombrarla.
Utopía se compone de dos palabras del Latín, “Topos” que significa lugar y “Eu”
que tiene dos significados posibles: “Sin” o “Buen”.
Pudo ser una especie
de primer encuentro, o de primer asomo, al Buen Vivir. Pero Europa y el mundo
que dominaba a su imagen y semejanza decidieron que sólo podía ser un “sin
lugar”, un imposible. El maestro Eduardo Galeano, latinoamericano hasta la abstracción,
jugará incluso con esa interpretación hegemónica escéptica y con inteligencia y
belleza dirá que aún así, la Utopía sirve entonces como el horizonte que nos
hace caminar.
Lo lúdico
Juegos de palabras que
expresan una profunda convicción lúdica, en el mejor sentido de la palabra,
como disfrute, como belleza, como libertad de creación, de posibilidades. Que
se refleja en las palabras pero también en las cosas de esta ciudad. En sus
casas y calles coloniales, como detenidas en el tiempo, llenas de colores
vivos. En sus heladerías, cafés y bares culturales. En la música que lo habita
todo. En sus barquitos multicolores y sus carruajes de caballos, adornando las
calles empedradas, el río y el mar. En sus 365 islas, una por cada día del año,
abrumadoramente verdes y azules y blancas. En sus innumerables talleres
artísticos, llenos de colores y posibilidades.
Paraty
El propio nombre de la
ciudad en que se realizó el evento, “Paraty”, inspira juegos de palabras. Mágica
y misteriosa, a cuatro horas en bus de distancia actual de Río de Janeiro, fue
creada por el colonialismo portugués para sacar por mar el oro que saqueaba de
diversas regiones brasileñas como Minas Gerais y más tarde para el tráfico de
seres humanos en esclavitud. Por esa razón era una ciudad secreta que no
figuraba en los mapas a fin de impedir que piratas competidores pudieran
arrebatar el botín.
La propia
conservación, casi intacta de todo el hermoso casco de la ciudad colonial, se
debe a otro proceso que la dejó también olvidada e invisible para el mundo, la
pobreza. Aunque a lo largo del siglo XX hubo proyectos de “modernización” que
planeaban derribar esa belleza histórica por completo, no pudieron llevarse a
cabo por falta de financiamiento. Paraty, ya sin el oro colonial y el negocio
de la esclavitud humana, no ameritaba inversiones de la república.
Contradictoriamente, la pobreza salvó un hermoso legado histórico,
arquitectónico y cultural.
Como otra círculo
lúdico que se cierra, figura usada por los pueblos mayas, una de las más
hermosas islas que rodean la ciudad se llama “Bom Jardim”, en español: “Buen
jardín”.
El Buen Vivir
Aunque el nombre “Paraty”
alude a un pez blanco típico de esta zona del Atlántico, también suena en
español como algo que se entrega o da para otro/a cercano: “Para ti”. Una
ciudad tan hermosa y tan mágica que bien podría dar origen, siguiendo el juego
de palabras, a un sinónimo de “paradisíaco”, como “paratysiaco”.
Pero no es un paraíso.
No muy lejos, en las orillas de este hermoso enclave histórico y turístico,
donde la antigua cárcel colonial es ahora una biblioteca pública, existen
barrios heridos por la filosa desigualdad de este Brasil sexta economía del
mundo, donde mueren cada tanto, por las pugnas del narcotráfico, jóvenes
anónimos, ignorados por los turistas que pueblan transitoriamente el bello
casco colonial.
Un marco adecuado para
pensar en el Buen Vivir, ese paradigma actual que recoge y re elabora para el
presente y para el futuro, no para una supuesta vuelta imposible al pasado, el
legado de los pueblos originarios latinoamericanos, especialmente andinos.
Adecuado porque aquellas sociedades originarias tampoco fueron un paraíso. Hubo
en ellas relación de estratificación social, dominación, conflicto y violencia.
Pero esas relaciones
de estratificación, dominación, conflicto y violencia fueron diferentes a las
europeas y, lo más importante, estuvieron limitadas y reguladas por una serie
de principio inmanentes e inviolables que garantizaban que no existiera en
ellas ni siquiera la idea de la explotación de los seres humanos más allá de su
salud, de la desprotección de los más débiles y de la agresión a la naturaleza,
a pesar de que tuvieron un intenso desarrollo tecnológico, un uso extensivo de
la naturaleza para la producción de bienes y una creciente abundancia material.
En esas sociedades,
que no eran perfectas, la dominación, aún después de ser establecida tras un
conflicto violento, tenía por responsabilidad inviolable el cuidado de los
dominados, la garantía de su bienestar y de su participación federada en el
nuevo orden que podía establecerse tras el conflicto, tal como debía
garantizarse siempre el equilibrio con la naturaleza y el cosmos.
El orden de dominación
estatal se sustentaba siempre en un excedente producto de nuevo gran aumento de
productividad que el nuevo grupo dominante debía traer con sus conocimientos,
sin tocar en nada la propiedad comunal de los dominados, y ese orden estatal
tenía por misión servir mejor a los pueblos dominados, a sus intercambios y su
bienestar.
En ese orden,
centenares de pueblos, entre los que había conflicto y violencia, vivían en una
inviolable multiculturalidad donde se respetaban de manera absoluta todos los
idiomas, donde se incorporaban todas las ricas y abundantes espiritualidades.
Las mujeres eran un complemento indispensable de los hombres, no se concebía
que fueran inferiores y ocupaban altos cargos de poder en el orden comunal,
regional y estatal.
Justamente, porque no
eran sociedades perfectas, no eran paraísos inalcanzables, sino que sufrían de
la estratificación social, la dominación, el conflicto y la violencia, es que
representan un legado inmensamente valioso. Porque a pesar de todo ello, y a diferencia
del mundo occidental moderno, supieron poner límites y regulaciones inmanentes
e inviolables a esas expresiones para garantizar un Buen Vivir a todos, no un
vivir perfecto, sino uno bueno.
Algo que la modernidad
occidental simplemente no logró alcanzar, a pesar de los múltiples y ricos
legados que también ha producido y ahora dialogan con el Buen vivir y otros
pensamientos emancipatorios para buscar respuesta a la aguda crisis
civilizatoria actual. Porque no se trata de negar los inmensos, más aún,
imprescindibles, aportes que esta modernidad occidental hoy en crisis nos
entrega como legado y base para la nueva vida que necesitamos construir.
La Responsabilidad
Ese componente
esencial que el Buen Vivir rescata de nuestras sociedades andinas ancestrales,
la de límites y regulaciones inmanentes e inviolables de la estratificación, la
dominación, el conflicto y la violencia, como garantía del Buen Vivir, converge
y se identifica en muchos aspectos con el de Responsabilidad. Uno de los tantos
pensamientos y desarrollos emancipatorios generados a contra corriente en la
modernidad occidental y que emerge con fuerza creciente como respuesta también
a los críticos desafíos de la humanidad como una sola comunidad de destino
internamente diversa.
La idea fundamental de
que, aunque la lucha por los derechos, que surgió debido a su persistente
negación en la historia, sigue plenamente vigente, en la medida que se mantiene
esa negación en muchos ámbitos, los nuevos desafíos de esta época, hacen
necesario complementarla con la lucha por las responsabilidades.
Kiribati y otras islas
del Pacífico se hunden lentamente por el derretimiento de hielos que sube el
nivel del mar, producto del calentamiento global. Sus cientos de miles de
habitantes se están quedando sin territorio, sin país y sin nacionalidad.
¿Quiénes son exactamente los más responsables de ello? ¿Cómo construimos un
orden donde quienes ejerzan el poder, tengan por responsabilidad inviolable garantizar
el Buen Vivir de todos?
Lo que sigue
Esta convergencia
entre Buen Vivir y Responsabilidad, pero también con múltiples y diversos otros
pensamientos, desarrollos y paradigmas, conforman un dialogo de vocación
mestiza, abierta, que se expresó en el espacio mágico de este encuentro.
Reflexionando Brasil se reflexionó el mundo. Pero esta reflexión interactuó
horizontalmente con las conversaciones y los sentimientos. El Buen Vivir nace
necesariamente del Buen Reflexionar, el Buen Conversar y el Buen Sentir.
Las ricas y
apasionadas reflexiones, por ejemplo, de los brasileños Nelton Friedrich (Água
Boa), Sergio Mileto (Alampyme), Miriam Duailibi (ECOAR), Tiago Ferreira
(Levante Popular da Juventude), Isis de Palma, Oriana White y “Mingo” T.
Vasconcelos (OCA), y del pensador italiano Domenico De Masi, entre muchas
otras, no sólo permitieron desatar la capacidad de soñar, imprescindible para
cambiar la realidad, sino que también aportaron elementos útiles para las
múltiples iniciativas y trabajos que todos los/as participantes desarrollan
cotidianamente a nivel local.
Finalmente, también
tendieron puentes y elaboraron mapas para continuar este movimiento de
renovación civilizatoria hacia la importante cita de la COP 20 en diciembre en
Lima, Perú, cumbre de los estados y de los pueblos para enfrentar el alarmante
cambio climático en curso, donde la sociedad civil, agrupada en el Grupo COP20
ha convocado a un masivo encuentro mundial para incidir responsablemente en los
resultados de la cumbre.
Ricardo Jimenez A.
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