“EL futuro es espacio, /
espacio color de tierra, / color de nube,
/
color de agua, de aire, / espacio negro para muchos sueños,
/ espacio blanco para toda la nieve, / para
toda la música…
/
hay lugar para todos en el bosque, / en la calle, en la casa…
/
y allí llegar con el primer teléfono / para que hablen más tarde tantos hombres
/ de sus enfermedades.
/ Lo importante es apenas divisarse, / gritar
desde una dura cordillera
/
y ver en la otra punta / los pies de una mujer recién llegada.
/
Adelante, salgamos… / desde el alba a la noche migratoria…”
Pablo Neruda
Pablo Neruda
Mientras escribimos estas letras,
estamos en camino, a poco más de un año, de realizarse en Perú la versión
número veinte de la Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones
Unidas sobre cambio Climático - COP 20, el evento más importante a nivel
mundial para enfrentar la aguda crisis socio ambiental producto del calentamiento
global, frente al cual Perú, en base a su riquísima diversidad climática y
territorial, es justamente uno de los países más vulnerables y en riesgo, según
informes científicos. En este nuevo intento se espera alcanzar un nuevo Pacto para
reducir las emisiones de gases que producen el calentamiento global, que
resulte realmente efectivo, para reemplazar al fenecido “Protocolo de Kioto”,
no ratificado o abandonado por varios de los países con mayores
responsabilidades, empezando por los Estados Unidos, y con escasos y
desacreditados resultados.
La página oficial del Ministerio del Ambiente de
Perú en Internet cuenta con una nota informativa donde además de estos datos
enfatiza el buen negocio económico que la Conferencia representa para el país:
“Los beneficios por ingresos económicos serían inmediatos y oscilarían entre
los 40 y 45 millones de dólares, sólo en el primer mes, por el gasto directo en
hoteles, restaurantes y compras de los más de 15 mil visitantes. Eso sin
considerar los gastos adicionales en turismo al interior del país, que podrían
significar otros 10 millones de dólares”. Una muestra -insuperablemente
contradictoria- del espíritu mercantilista que ha generado y alimenta la grave
crisis ambiental. “¿Preservación del medio ambiente?, sí, pero siempre y cuando
no choque con el lucro de los negocios, o mejor aún, represente más ganancias”,
es el irresponsable mensaje que pone a la humanidad en la permanente impotencia
de las políticas de estado a nivel global.
La paradoja
es global
Ciertamente, se trata de una paradoja global. Hace
apenas menos de dos meses, a inicios de septiembre pasado, el Secretario de
estado de Estados Unidos, John Kerry, inauguró en las Islas Marshall, al
noreste de Australia, el Foro de las Islas del Pacífico. El tema central es el
hundimiento lento pero indetenible de las propias Marshall, Kiribati, Tuvalu,
Fiyi, Samoa y otras hasta un total de 10 islas del pacífico, producto del
alzamiento del mar por el derretimiento de hielos que genera el calentamiento
global. Kerry en su discurso de apertura señaló que “la evidencia científica
del cambio climático” es “irrefutable” y “alarmante”. Contradictoriamente, no
estaba presente en el encuentro, lo decía en una alocución grabada en vídeo. Su
prioridad estaba en empujar la intervención militar de su país en Siria, que
seguramente aumentaría los daños ambientales y la crisis humanitaria de ese
país.
Es que Estados Unidos está en decadencia
económica, con una crisis insoportable de deuda pública y su única “ventaja
comparativa” frente a las economías emergentes es la guerra, la industria de la
muerte. Ya hace algunos años, los organismos internacionales informaron que los
desplazados por razones ambientales alcanzaban varios millones y superaban a
los desplazados por las guerras. Principalmente por falta de agua y en su
mayoría en África. Parafraseando el famoso poema de Bertolt Brecht (aunque hay
quienes aseguran que es de otro autor), “primero vinieron por los africanos,
pero como yo no era africano…”. Ahora, las islas del Pacífico y sus cientos de
miles de habitantes forzados en cámara lenta, no sólo a la migración sino
también a la apatridia, son las primeras víctimas por las que viene el
alzamiento de aguas marinas consecuencia del cambio climático. “Pero como yo no
era isleño del Pacífico…”. Una metáfora plenamente certera la del poema de
Brecht: “Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde”. Se sabe que, a la
larga, con más tiempo, desaparecerán buena parte de las costas en el Pacífico, incluyendo
del propio Estados Unidos y también del Perú.
Las
migraciones
Mientras escribimos estas letras, acaba también
de concluir otro importante intento en el ámbito precisamente de las
migraciones, el “Segundo
Diálogo de Alto Nivel Sobre la Migración Internacional y el Desarrollo”,
realizado en el seno de la Asamblea general de las Naciones Unidas los días 3 y
4 de octubre pasados. Al igual que ocurrió con el Protocolo de Kioto, Estados
Unidos y otros países ricos y con alta inmigración han impedido que las
Naciones Unidas llame a una “Conferencia” para el tema de las migraciones, una
instancia de mayor jerarquía, y entonces se ha llamado como sucedáneo a estos
“Diálogos de Alto Nivel”, el primero en 2006. Todavía no se conocen
completamente sus resultados, pero ya existen Informes, declaraciones solemnes
y numerosos discursos de intervención que viene a sumarse a un laberinto enorme
de Documentos sobre la materia en el sistema internacional. Sin desconocer el
valor programático y ético de muchos de ellos, es un hecho su escasa o nula
efectividad hasta ahora para transformarse en políticas públicas que garanticen
plenamente los derechos de las personas migrantes en la inmensa mayoría de
países.
Paradojas de muestra. Hace menos de dos
semanas ha naufragado una embarcación en las costas de Italia donde murieron
cerca de 300 inmigrantes africanos que buscaban llegar a Italia por vías
irregulares, incluyendo mujeres y niños, y otros 150 fueron rescatados. Las autoridades
italianas no han dudado en anunciar públicamente un “funeral de estado” en
homenaje a los fallecidos, incluyendo el otorgamiento póstumo de la
nacionalidad italiana, mientras al mismo tiempo se detiene y acusa del delito
de inmigración clandestina a los sobrevivientes.
En Perú, al contrario de lo que erradamente se
suele pensar, es en las décadas de 1990 y 2000, las de mayor crecimiento macro
económico, cuando más peruanos han abandonado el país para buscar mejor
situación a través de la emigración a otros países, más de 3 millones, el 10%
de su población, mientras la media mundial es del 3%. Según cifras oficiales
del INEI, actualmente más de 200 mil peruanos al año se siguen yendo, y según
una encuesta de SENAJU de 2011, uno de cada dos jóvenes peruanos tiene la
expectativa de irse a otro país en busca de mejores condiciones de trabajo y
estudios.
Hoy, en medio del crecimiento macro económico
peruano y de la crisis de los países ricos del norte, el salario por ejemplo de
una trabajadora del
hogar en Perú es en promedio de S/.777.6 al mes trabajando un promedio de 84
horas a la semana, según la Encuesta de Hogares Especializada en Niveles de
Empleo (ENIVE). En España una trabajadora del hogar peruana gana un promedio de
S/. 2095 (790 dólares), en Italia el sueldo es de S/. 2640 (9969 dólares), en
Estados Unidos de S/. 3.900 (1500 dólares); y en todos los casos, trabajando
menos de la mitad de horas, 40 semanales. Sin ir tan lejos, en Chile una
trabajadora del hogar gana S/. 1590 (600 dólares) el doble de lo que percibe en
nuestro país.
El año pasado, los más de 3 millones de
emigrados enviaron al Perú cerca de 2.800 millones de dólares en remesas, que
pagaron directamente 500 millones de dólares a las arcas del estado peruano por
IGV. A cambio, reciben un Fondo de Ayuda Humanitaria de 300 mil dólares
anuales, menos de 50 centavos de sol por emigrado.
Salir del
laberinto
¿Qué hacer ante la paradoja de la falta de
consciencia activa y voluntad política, tras los discursos políticamente
correctos de “preocupación”? ¿Cómo salir del laberinto de las paradojas y los
intentos?
La respuesta no es fácil, si acaso la hay.
Pero conviene partir de un hecho objetivo, incontestable: no hacer nada, o
seguir simplemente haciendo lo que ya venimos haciendo, es camino seguro,
inexorable a la auto extinción humana o al menos al daño grave, quizás
irreparable, a su esperanza de bienestar y felicidad.
No es menor saber ver, comprender y valorar
los avances, que los hay y significativos, tanto ante la crisis socio ambiental
como migratoria, partes de la crisis múltiple, integral, civilizatoria.
Felizmente, una parte importante de estos avances, de estas búsquedas y estas
respuestas, surgen en nuestra región, incluyendo disímiles e imperfectos, pero
necesarios, procesos políticos de reforma y cambio de los estados.
Una nueva ética de la Responsabilidad,
compartida y diferenciada según el grado de poder, es fundamental,
especialmente frente y hacia la Madre naturaleza y las generaciones futuras. La
comprensión serena de que la centralidad del lucro, del egoísmo y la
competencia nos son sustentables y son suicidas para la especie humana. La
apertura a diálogos múltiples, mestizos, permanentes, para la búsqueda de
respuestas, que incluyen los paradigmas del Buen Vivir, la Economía del
cuidado, el Eco feminismo, la De colonización, la Nueva Arquitectura económica,
el Bien común y la Ciudadanía universal, entre otros. La alianza, en base a
puntos programáticos más o menos profundos, de los pueblos, ciudadanos y
sociedad civil activa con los emergentes gobiernos y estados que empujan
reformas políticas profundas. La combinación de esfuerzos simultáneos y
complementarios en todos los ámbitos: personales, familiares, comunitarios, locales,
nacionales, regionales y globales.
Sobre todo, resultan imprescindibles la
esperanza y la fe, movilizadoras, transformadoras. Sólo esa fuerzas
afirmativas, proféticas, convocantes tienen posibilidad de vencer el
escepticismo y el desencanto frente a la crisis, desarrollar las consciencias,
ganar el sentido común y las voluntades para denunciar y desmontar las
paradojas y para aumentar y mejorar los intentos hasta la victoria de la
supervivencia y la felicidad.
Ricardo Jimenez A.
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