Primera
versión; 22 de octubre 2014
Redacción
Pierre Cálame - FER.
Todos los ciudadanos de nuestro planeta único, irremplazable y
frágil - nuestro "OIKOs" (οἶκος)" en las palabras de los antiguos griegos para referirse a su
casa común-, todos nuestros líderes, políticos, económicos espirituales saben:
1-
Que la escala y la irreversibilidad de las interdependencias que se crean entre
los seres humanos, entre las sociedades, y entre la humanidad y la biosfera,
representan una situación radicalmente nueva en la historia de la humanidad,
llevándola de un modo irrevocable a un destino común;
2-
Que la continuación indefinida de los estilos de vida y de desarrollo actual,
acompañada de una tendencia a limitar sus propias responsabilidades, es
incompatible con la armonía entre las sociedades, con la preservación e
integridad del planeta y con el respeto
de los derechos de las generaciones futuras;
3
Que la magnitud del cambio que se necesita ahora está más allá del alcance de
todos nosotros individual y separadamente, y requiere la participación de todas
las personas y todas las instituciones públicas y civiles;
4-
Que los procedimientos legales, políticos, de gestión financiera y de control
de las instituciones públicas y privadas, en particular aquellos cuyo impacto
es mundial, no incentivan a cumplir con sus responsabilidades, por el
contrario, incentivan la irresponsabilidad;
5
Que la conciencia de nuestras responsabilidades compartidas para con el planeta
es una condición de la supervivencia y el bienestar de la humanidad;
6-
Que nuestra co-responsabilidad, más allá de los intereses legítimos de nuestros
pueblos, es para preservar nuestro planeta único y frágil, evitando importantes
desequilibrios que causen desastres ecológicos y sociales que afecten a todos
los pueblos de la tierra;
7-
Que los intereses de los otros y de la comunidad, así como la reciprocidad
entre sus miembros, son la base de la confianza mutua, el sentido de la
seguridad y el respeto por la dignidad individual y la justicia;
8-
Que la proclamación y la búsqueda de derechos universales no es suficiente para
regular nuestros comportamientos, los derechos no se realizan cuando ninguna
institución tiene la capacidad de garantizar sus condiciones de aplicación;
9- Estas
constataciones reclaman la adopción de principios éticos comunes que inspiren y
regulen a los líderes y a los pueblos.
Pero, ¿qué
hacen los líderes mundiales con estas constataciones? ¿Cómo asumen su
responsabilidad común? ¿Acaso establecen las reglas y crean las herramientas
legales necesarias para que los Estados, instituciones financieras, empresas y
centros de investigación asuman su responsabilidad en relación con las
consecuencias de su acción o inacción?
¿Acaso
movilizan mentes y energías para transformar nuestra economía en “oiconomia”,
estableciendo reglas para la gestión de nuestro “oiko”, nuestra casa común,
para asegurar el bienestar de todos respetando los límites del planeta?
¿Acaso
muestran el coraje, la audacia, la imaginación y tenacidad para brindar a la
humanidad una gobernabilidad de nuestro “oiko”, a la altura de la urgencia y la
complejidad de los desafíos que enfrenta?
¿Qué son
todas esos Premios Nobel, esas universidades de prestigio, esas investigaciones
científicas costosas, si no contribuyen a esta invención de la depende nuestra
supervivencia?
¿Si sólo
sirven para alimentar una maquinaria económica, científica y financiera que ya
hace tiempo no sirve y de un modelo de desarrollo que lleva al desastre, a la
ruina de nuestra biosfera y, finalmente, a la guerra?
Ustedes,
los poderosos y estudiosos de la tierra, nos piden que les confiemos la decisión
de nuestro destino común, ¿qué han hecho para merecer esta confianza? ¿Han asumido
sus responsabilidades para con la humanidad y con el respeto al planeta? ¿Acaso
con sus ojos miopes, no están únicamente preocupados de manipular electores,
defender los intereses de sus accionistas y sus socios de negocios?
Nada es
más común a la humanidad que el clima. En que todos nos sumergimos en cada
momento, nuestra vida depende de ello. Se trata de un bien común de la
humanidad, nuestro “oiko”. Es lo que nos une a todos y tenemos que aprender a
gestionar juntos. Es lo que nos ayuda a ser una sola comunidad, más allá de
nuestras diferencias, nuestras desconfianzas, de todos nuestros agravios, de
todas nuestras ignorancias.
Nuestro
“oiko” no es que todos consumamos los mismos productos estandarizados, ni
escuchar todos la misma música, ni contribuir todos la enriquecimiento de los
mismos grandes poderes financieros;
nuestro “oiko” es nuestro clima.
¿Y ustedes
van a preparar un acuerdo entre los pueblos de la tierra, un acuerdo en nuestro
nombre, para establecer la forma de gestionar el clima?
¿Ministros
de Relaciones Exteriores, cuya misión exclusiva es oponer los intereses
nacionales de unos contra otros?
Ustedes han
transformado la gestión del clima, que debería unirnos, en un motivo de
división entre nosotros. Ustedes, desde hace más de veinte años, han
desfigurado su corresponsabilidad con el planeta y la humanidad, desde las "responsabilidades
comunes pero diferenciadas" para justificar cada uno su inacción, esperando
a que el otro las asuma primero.
¿Son ustedes
conscientes de que en el Derecho a eso se le llama “culpa por inercia criminal”?
¿Qué jugando con las palabras, ustedes han transformado sus cumbres en reuniones
del crimen organizado?
Tomen
conciencia de su miopía. Toda esta energía que ocupan, no para asumir sus responsabilidades,
sino para declararse inocentes, para alegar ignorancia de las consecuencias
irreversibles de su inacción, para ocultar el saqueo del planeta y de los
pueblos, para financiar grupos de presión que niegan desembozadamente la
evidencia del cambio climático, en fin, para borrar las huellas de su inercia y
falta de coraje colectivo.
¿Quién de
ustedes se elevará a ser el defensor del pueblo, el abogado de un indefenso
planeta, cuando no existe una ley de responsabilidad internacional, ni los
tribunales para defender su causa, o los medios para castigar y disuadir un
comportamiento irresponsable?
El cambio
climático amenaza con la desaparición a las islas del Pacífico, en Bangladesh hay
amenaza de ecocidio y genocidio, y en muchas otras regiones los desastres
climáticos amenazan a poblaciones enteras. ¿Quién juzgará estas causas, ante
qué tribunal de justicia, en el nombre de qué derecho internacional? ¿Qué condena
van a obtener aquellos que han sido declarados culpables de falta de asistencia
a las personas y al planeta en peligro, de irresponsabilidad, falta de coraje e
inercia? Ustedes se han organizado para que no haya ninguna respuesta a estas
preguntas.
Por favor,
no nos digan que no saben qué hacer, que los problemas son demasiado complejos
para su alcance. Si ustedes no saben, nosotros les diremos que hacer! Verán que
es muy sencillo:
I.- Es
necesario que ustedes adopten con urgencia una “Declaración Universal de Responsabilidades
Humanas”.
Que
establezca las relaciones entre los Estados y los pueblos, y que será promovida
a todos los sectores de la sociedad como base del derecho internacional de la
responsabilidad ante nuestras interdependencias y para hacer de nosotros, los
pueblos de la tierra, una comunidad de destino. Ustedes deben comprometerse a
ponerla en práctica en la Constitución de los Estados y en las leyes
nacionales. Esta declaración establece ocho principios:
1. El
ejercicio por cada una de sus responsabilidades es la expresión de la libertad
y la dignidad de los ciudadanos de la comunidad global;
2. Cada
ser humano y todos juntos tienen una responsabilidad compartida con los demás, con
la comunidad más cerca y la más lejos, y con respecto al planeta, en proporción
de los activos, el poder y el conocimiento de cada uno.
3. Esta
responsabilidad implica tomar en cuenta los efectos inmediatos y a largo plazo de
sus acciones para prevenir o compensar los daños que se hayan cometido,
intencionalmente o no, afecten o no cuestiones de derecho legal. Se aplica a
todos los ámbitos de la actividad humana y en todas las escalas de tiempo y
espacio.
4. Esta
responsabilidad es inalienable cuando el daño es irreversible.
5. La
responsabilidad de las instituciones, tanto públicas como privadas,
independientemente de las reglas que los gobiernan, no exime la responsabilidad
de sus líderes, y viceversa.
6. La
posesión o uso de un recurso natural induce la responsabilidad de gestionar
mejor el bien común.
7. El
ejercicio del poder, más allá de las reglas por las que se regula, sólo es
legítimo si rinde cuentas a aquellos sobre quienes se ejerce y si va acompañado
de reglas de responsabilidad tan grandes como el poder o la influencia
ejercida.
8. Ninguna
persona podrá ser eximida de su responsabilidad en nombre de su impotencia, si
no ha hecho el esfuerzo de unirse con otros, o en nombre de su ignorancia, sino
ha hecho el esfuerzo de aprender e informarse.
II.- Ustedes, con nuestro dinero, de nuestros
impuestos, financiar una Asamblea antes de la COP 21, antes de la conclusión de
un nuevo acuerdo global sobre el cambio climático; una Asamblea de Ciudadanos
del Mundo.
Ustedes se
encargarán de organizarla con participación de todas las ciudades y regiones,
organizando una globalización horizontal, una red de la globalización, no una
globalización jerárquica y desigual como es el caso de la que sostienen los
Estados.
Porque es
en las ciudades y territorios que se puede conducir la transición hacia
sociedades sostenibles en los tres niveles: tres social, económica y ecológica.
Ustedes
les pedirán formar delegaciones que reflejen la diversidad de todos los
sectores sociales y ciudadanos de las ciudades y regiones para participar en
esta Asamblea. Ellos suscitarán un debate democrático para preparar la Asamblea
que adoptará los principios para la Declaración Universal de Responsabilidades
Humanas y estará enfocada en conducir la transición a sociedades sustentables.
La
organización de la Asamblea será interactiva para permitir que refleje la diversidad de puntos de vista y
desarrollar propuestas en todos los ámbitos de interés común.
Ustedes pedirán
a Francia, anfitrión de la COP21 y de la firma del nuevo acuerdo climático
global, para que organice esta Asamblea, incluyendo la movilización en este
país de sus diferentes ciudades y regiones para permitir el trabajo
descentralizado. Y si Francia rechaza esta propuesta, ustedes buscarán otro
país dispuesto a aceptarla.
Ustedes se
comprometerán a tener en cuenta las propuestas de la Asamblea, como una
expresión del poder de proposición de la comunidad mundial emergente frente a los
conflictos de intereses de los Estados.
III-
Ahora, ustedes deben establecer el número de emisiones máximas permisibles de
gases de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono, a nivel
mundial, y un plan a 25 años de reducción de la cantidad, a partir de 2040,
patra las emisiones anuales compatibles con la estabilización del clima.
Es la
capacidad de absorción de la biosfera de las emisiones lo que determina la
cantidad de emisiones permitidas. Y esta capacidad es de todos, y no puede,
como ocurre actualmente, ser capturada en beneficio exclusivo de los países y
territorios, actividades y personas que consumen más energía fósil que la que
les corresponde. Concluyan ustedes mismos. La base de cualquier acuerdo
climático eficaz y justo está en la distribución de las cuotas de emisión de
gases de efecto invernadero entre países, territorios, pueblos y actividades
económicas, por lo que la energía fósil se convierte en una moneda
independiente, emitida cada año en cantidades limitadas, distribuida en partes
iguales entre los consumidores.
Nada
que ver con el actual sistema de distribución de cuotas, demasiado abundante
con las grandes empresas que se eximen fácilmente de los esfuerzos comprando
más derechos de emisión.
La
generalización de las cuotas territoriales y la reducción anual de estas cuotas
durante los próximos veinticinco años obligará a monitorear el uso de energía
en todo el ciclo de producción, consumo y reciclaje. Con ese sistema, que se ha
convertido en muy fácil con la propagación de las monedas electrónicas, cada
uno, incluido los países más pobres, gestionará dos monedas: moneda
"trabajo" y moneda "de energía fósil". Y usted descubrirá
cómo va a ser fácil reactivar la economía en sus dimensiones positivas: el uso
de la creatividad y el trabajo humano para satisfacer las necesidades de la
humanidad, sin ningún impacto negativo en el planeta, lo que hoy no es posible.
IV- Paren de
decir que, con la crisis de las finanzas públicas, todos los hermosos
compromisos sobre la construcción de un fondo verde global no pueden realizarse!
La solución es muy simple. La mayor parte de la producción de combustibles
fósiles, carbón, petróleo, gas, gas de esquisto, está concentrado en un número de lugares de extracción y las
cantidades se conocen perfectamente. Salta a la vista lo que hay que hacer: una
tributación mundial en la fuente de emisión de energía fósil, la tasa se
incrementará cada año si es necesario, cuya recaudación se destinará al Fondo
Mundial en Apoyo a la Transición para sociedades sustentables.
V-
Estamos de acuerdo sobre los posibles beneficios del comercio mundial. Pero no
en las tendencias actuales, que llevan al “menor beneficio ambiental”. Ustedes saben bien que el preámbulo del
Tratado de Marrakech que estableció la OMC y que incluye la exigencia de
desarrollo sustentable no se ha respetado. Hagan el compromiso en los próximos
cinco años, de reformar la OMC para poner el concepto de industria sustentable
en el corazón de los principios del comercio internacional. Ustedes se
sorprenderán del impacto de esta decisión, el nuevo flujo de innovaciones
técnicas, sociales y económicas que traerá.
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