martes, 24 de septiembre de 2013

“¿Y qué? Lo del pluralismo vale también para los corazones”. Homosexualidad en guerrilla salvadoreña

Por estos días, el debate por la unión civil (como paso inicial hacia el matrimonio igualitario) para las personas LGTB ha cruzado a la sociedad peruana. Parte del debate ha puesto en el tapete la necesidad de que las fuerzas progresistas y de izquierda abandonen hasta el más mínimo titubeo en la lucha por garantizar estos derechos.
 
 
Como un aporte a este debate, entregamos un registro sobre el tratamiento de la homosexualidad en la guerrilla de El Salvador, que en la década de 1980 llevó adelante un prolongado conflicto armado, tras el cual, luego de forzar negociaciones, se convirtió en la principal fuerza política legal, alcanzando el gobierno por vía electoral. Un breve pero significativo y pertinente testimonio de nuestra difícil historia latinoamericana:

¿Se puede amar en la guerrilla? Yo te diría que volteés la pregunta: ¿se puede estar aquí sin amar? Imposible. Es la verdad, se ama muchísimo, a chorros, en los campamentos guerrilleros. El amor aquí es tan cotidiano como los balazos. Y esto tiene sus razones. Una, que el muchacho que se enmontaña está haciendo un acto supremo de rebeldía. Se pone a contrapelo de la sociedad establecida y comienza a tener mucha responsabilidad desde muy joven. Responsabilidad frente a la vida, frente a la muerte, frente a las decisiones políticas… Entonces, el amor tiene una inmensa libertad. Se desata de todos los convencionalismos, de las ataduras sociales, de los prejuicios… Se desata y se libera una gran capacidad de amar. En la guerrilla vos siempre estás enamorado de alguien. Siempre estás enamorando a alguien. Siempre alguien te está enamorando a vos. Siempre en todo momento, hay alguien que te espera y que quiere hacer el amor con vos… No se trata de promiscuidad. Yo entiendo promiscuidad en un mesón donde la mujer del papá se acuesta con el hijo, el relajo de todos con todos. Eso no ocurre en el frente. Si Santiago anda con Ana Lidia, ella no se va a dejar poner un dedo encima por mí. La compañera de fulano es la compañera de fulano. Y se respeta.
También se respeta la homosexualidad. Mirá a Nando, el sastre, que le ha hecho los uniformes a media BRAZ (la mejor brigada de la guerrilla). Nando pedía permiso como todos y se iba a gatear con su amigo. Y nadie le reprochaba que fuera maricón. (El único problemita con Nando es cuando te quiere medir el tiro del pantalón con la muy mano... ¡un momento!). Aquí estaba uno que se quiso llamar Lucha Villa. Venían los cuilios (militares) y él se daba nata (agarraba a tiros) como todos. Había lesbianas. ¿Quién no supo de los amores turbulentos entre Trini y no me acuerdo la otra? ¿Y qué? Lo del pluralismo vale también para los corazones”.

Tomado del capítulo: “El último tímido de la guerra” del libro “Las mil y una historia de Radio Venceremos” de José Ignacio López Vigil. En:
http://www.google.com.pe/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&frm=1&source=web&cd=2&sqi=2&ved=0CC8QFjAB&url=http%3A%2F%2Fwww.jamerboi.com.ar%2FLas%2520mil%2520y%2520una%2520historias%2520de%2520Radio%2520Venceremos.doc&ei=H6xBUuuHEoTI9QTjlIHQCA&usg=AFQjCNFpIe9obEjWqWJu9xq50C8KX5DRJg&bvm=bv.52434380,d.eWU

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