La honda sabiduría de los pueblos ancestrales mayas, habla de círculos del destino que se cierran, signos y señales a través de largos periodos de tiempo, que marcan y actualizan lo que habrá de realizarse para la expansión de la vida y el sentido de la existencia.
Los BRICS+
Uno de estos círculos es, sin lugar a dudas, el abrazo de los presidentes de Rusia y Venezuela, Vladímir Putin y Nicolás Maduro, durante la Cumbre de los BRICS+, que se desarrolla en estos días en Kazán, Rusia. Alianza económica de las potencias emergentes, que arrancó el 2006 como BRIC y en 2010 contaba ya con Brasil, Rusia, China y Sudáfrica (BRICS), como una alternativa al Grupo de los Siete - G7, formado por Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
Desde 2010, y ante la contumaz soberbia de las viejas y declinantes potencias del G7 en perpetuar un mundo basado en la dominación, el saqueo y la violencia sobre todos los demás países, los BRICS+ han sumado a Egipto, Irán y Emiratos Árabes Unidos y ahora, en la Cumbre que en estos momentos se realiza en Rusia, participan otros hasta 36 Estados del mundo, muchos de ellos interesados en sumarse a la alianza, entre ellos, Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.
Particular significado respecto de los nuevos vientos que soplan, tiene la participación de Turquía en esta Cumbre, potencia económica y geopolítica emergente de primer orden, que, siendo miembro de la Unión Europea, incluso de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), hoy en una agresiva guerra contra Rusia en Ucrania, sin embargo, se encuentra dialogando en suelo ruso y con Putin como anfitrión.
¿Por qué es tan atractivo el BRICS+? Porque ofrece relaciones económicas y políticas de respeto de la diferencia, plurales y horizontales, buscando el beneficio mutuo para todos los involucrados, sin injerencias e intervencionismos y sin lesionar la capacidad de independencia y soberanía de ninguno.
El bloque, que ya cuenta con tres veces más fuerza económica, productiva, financiera y comercial que el declinante G7, está construyendo alternativas para comerciar sin el dólar y sin los mecanismos de transferencias dominados por Estados Unidos, que son innecesariamente caros y que este país usa como herramientas para imponer violentamente su voluntad a los demás países. De igual manera, está construyendo un sistema de préstamos y créditos que no impliquen intereses y condiciones abusivos, tampoco perder la soberanía sobre decisiones económicas propias.
Miranda y Catalina
En ese marco, el abrazo entre Putin y Maduro, es el cierre de un ciclo de doscientos años de luchas por la independencia latinoamericana y por un mundo plural y solidario, entre Rusia y Latinoamérica, a través de Venezuela.
Durante la primera independencia latinoamericana, cuyo bicentenario se está conmemorando en el continente actualmente, Francisco de Miranda, el caraqueño de origen canario, una especie de Che Guevara de su época, que participó en las luchas revolucionarias de Estados Unidos, Francia (donde reclamó los derechos electorales para las mujeres, llegó a ser general y su nombre figura actualmente en el Arco del Triunfo en París) y Latinoamérica, además de luchas militares en África y Europa, alcanzó también a Rusia, país donde vivió cerca de un año en 1787, en Kiev, Moscú y otras cuidades rusas.
En Rusia, conoce – y según algunas especulaciones no confirmadas, tuvo un romance – con la zarina (reina y emperadora) Catalina II, llamada “la grande” por ser la protectora de los más connotados intelectuales ilustrados revolucionarios franceses. También algunos de los jesuitas, expulsados de América por España, debido a sus posiciones indigenistas y libertarias.
En la corte de la zarina se realizaban los más avanzados debates intelectuales del momento. En uno de los cuales, según relata el mismo Miranda, la propia Catalina II le ayuda a rebatir los errores racistas y coloniales contra los pueblos latinoamericanos en la obra de Cornelius de Pauw, afamado estudioso originario de Ámsterdam.
La emperatriz rusa, que contaba con los ejércitos más numerosos de la época, incluyendo escuadras navales en el océano Pacífico y territorios en Alaska en Norteamérica, le ofrece a Miranda integrarse al estado mayor militar del imperio ruso para enriquecerlo con su dilatada experiencia y su afamado ímpetu.
Al abandonar Miranda este alto honor para continuar su lucha independentista latinoamericana (como haría siglos después el Che, dejando sus altos cargos en Cuba para continuar la lucha en Bolivia), la zarina le argumenta de los peligros que le acechan fuera de la protección del territorio ruso, ante la persecución de su enconado enemigo colonialista español, sobre lo que el propio Miranda relata: “Yo le respondí conformemente con mil agradecimientos, haciéndole ver que no era necesario tampoco que por una nimia precaución se abandonasen las empresas útiles e importantes”.
La zarina le otorga entonces, solidariamente, una alta suma de dinero, la protección de todas las oficinas diplomáticas rusas en el mundo y el derecho a vestir el uniforme militar ruso.
Tras dos siglos de lazos solidarios entre Rusia y Latinoamérica, la humanidad, a pesar y en contra de la vieja dominación colonial y neocolonial, construye horizontes plurales de convivencia y bien común, en los BRICS+.
Cada cual puede y debe hacer su parte, liberando su mente y su alma de
esa larga dominación, re pensando el mundo desde fuera de la caja imperialista,
racista, saqueadora y violentista. Tomar consciencia, saberlo, es ya un comienzo.
Y el mejor momento es precisamente ahora.