lunes, 3 de junio de 2024

Prisión de Daniel Jadue en Chile: la justicia rebajada al abuso y la venganza política

 

Impresentable. La jueza chilena, Paulina Moya, ha argumentado hoy que el arquitecto y sociólogo por la Universidad de Chile, diplomado en gestión de calidad total en la Universidad Católica del Norte y candidato a Magíster en Urbanismo y Especialista en Vivienda Social por la Universidad de Chile, especializado por años en gestión municipal y actual alcalde electo por tres períodos consecutivos, desde 2012, en su natal Recoleta, al norte de la ciudad capital, Santiago, representa un “peligro para la sociedad” y ha decretado su prisión preventiva, es decir, para ser investigado (sin condena, ni pruebas de delitos), por cuatro meses.

Previendo lo escandaloso del abuso, que parte de la prensa llama eufemísticamente “desproporcionado”, la jueza ha tenido el tupé de comenzar su alocución señalando que: “no toma en cuenta afiliaciones ni ideologías políticas y se basa en la igualdad ante la Ley”. Como enseñan las teorías de lenguaje, si hay necesidad de decirlo es porque es evidentemente dudoso, por decir lo menos.

El verdadero delito de Jadue es ser militante comunista y exitoso en la gestión municipal, con un programa de estado social que garantiza derechos a la gente, a contramano del neoliberalismo salvaje que propugna la derecha, con la complicidad del gobierno débil, arrinconado y subordinado de Gabriel Boric. Jadue es considerado todavía un candidato presidencial, que en las elecciones pasadas estaba muy por encima en las encuestas que el propio Boric, que solo pudo vencerlo en el duelo de aparatos partidarios de las primarias. Las políticas innovadoras y exitosas del alcalde comunista, en materia de salud, educación, vivienda y cultura, han sido copiadas incluso por sectores de la derecha. Ahora, a la derecha fascista y autoritaria que levanta un proyecto represivo y anti popular por todo el continente, le urge sacar de carrera para las próximas elecciones presidenciales de 2025 a Jadue.

Para ello, no han dudado en rebajar a la justicia al abuso flagrante y a la venganza política. Ya lo habían hecho antes con los presos políticos Mapuche, cuyas arbitrariedades y anomalías judiciales harían sonrojar a cualquier auténtico demócrata. Ahora, demuestran que los comunistas tampoco les parecen merecedores de estándares civilizados de justicia.  

Chile es un país en vilo y en crisis latente. La memoria reciente del llamado estallido social pende como una espada de Damocles sobre el neoliberalismo salvaje; y el “empate” de propuestas constituyentes que ha dejado funcionando a la constitución pinochetista prácticamente sin ninguna legitimidad sólida, real, pone a la clase dirigente tradicional chilena en la vía fascista y autoritaria, conscientes de que solo la represión y el abuso pueden sostener su programa económico.

Todos estamos avisados.