martes, 3 de septiembre de 2024

Allende, el valor de la palabra

“Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento… Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Seguramente radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes”

Salvador Allende, último mensaje, 11 de septiembre de 1973



















Era un intelectual acabado pero que prefería el activismo político, gustaba de la vida y los placeres mundanos, le decían el ‘pije’ cariñosamente porque gustaba de vestir muy bien, pero su abnegación por los sectores más pobres y su sentido de justicia era de una militancia sin límites que le gustaba vivir en los hechos, sencillamente, sin arrogancias ni vanidades.

Aunque disfrutaba el debate político y la sólida argumentación, creía mucho más en la unidad de los sectores progresistas y de izquierda que en los sectarismos brillantes. “Cuando yo era joven, a mí me expulsaron de un grupo universitario que se llamaba Avance”, contaba el mismo en sus intervenciones públicas, “porque decían que no era suficientemente revolucionario. Ellos, los que me expulsaron, se hicieron latifundistas, los expropiamos con la reforma agraria, eran dueños de acciones en la bolsa, también se las nacionalizamos, y a mí los trabajadores de mi patria me llaman el compañero Presidente”.

Su sentido del honor de la palabra empeñada era extremo, casi caballeresco medieval, a prueba de balas, traiciones, cobardías y bajezas. En más de una ocasión, desafió a duelo a quienes lo ofendían, ninguno se atrevió a aceptar el desafío. En 1959, el Che Guevara le obsequió en La Habana el segundo ejemplar de su libro “Guerra de guerrillas” (el primero fue para Fidel). El Che, que era del mismo carácter que Allende, médico también, y que sabía bien a Allende empeñado en la vía revolucionaria electoral para Chile, mientras él buscaba la armada, le dijo: “yo sé bien quién es usted, hablemos con confianza”. Con la capacidad que el Che tenía para calificar a las personas, en la dedicatoria de su libro le escribió: “A Salvador Allende, que por otros medios, tratar de obtener lo mismo”.

Esa palabra empeñada con el guerrillero heroico lo llevó años después, en 1968, tras la muerte del Che, y siendo congresista y Presidente del Senado de Chile, a trasladar personalmente en avión a los sobrevivientes de la guerrilla boliviana a lugar seguro, para elevar con su propia persona el costo político de un atentado que según se decía haría la CIA norteamericana contra los guerrilleros. Los compañeros del Che agregaron sus saludos agradecidos al lado del de su comandante en aquel mismo libro obsequiado años antes.

Esa palabra empeñada le valió ser el factor más potente de unidad histórica de la izquierda y los sectores progresistas chilenos, lo que popular y cariñosamente se llamaba “la muñeca” de Allende. Unidad Popular que gestó ese proceso revolucionario para el cual él había reclamado carácter inédito, creador, siguiendo a Bolívar, al que admiraba públicamente a pesar de ser marxista y para molestia de muchos de sus compañeros más ortodoxos. “La vía chilena al socialismo, con empanadas y vino tinto” era la frase con que había logrado prácticamente patentar esa revolución por vías democráticas burguesas, electorales, para la cual el pueblo chileno había tardado casi un siglo en formar y acumular los miles de cuadros y organizaciones que le dinamizaban.

Y esa palabra empeñada fue también parte de las debilidades de ese proceso. Por ella, hizo concesiones, tal vez demasiadas, a una democracia formal que había jurado respetar mientras otros no la rompieran, y así lo cumplió. Como lo había comprometido, no tomó medidas para armar al pueblo mientras la democracia se mantuvo formalmente, y eso facilitó objetivamente el zarpazo imperial y de sus lacayos.

Pero fue el primero en tomar las armas y dar su vida en la defensa de esa democracia y esa revolución cuando los golpistas la aplastaron. Tenía 65 años de edad y no era soldado sino médico y Presidente.

“Ustedes harán lo que tanto han vociferado, yo tengo muy claro lo que me toca hacer”, respondió a “líderes” izquierdistas conocidos por sus discursos radicales que llegaban espantados de miedo a preguntarle qué hacer ante el golpe. A los militares vende patrias que se presentaron a ofrecerle rendición con exilio dorado y argumentos de realismo político, les respondió secamente: “¡El Presidente de Chile no se rinde, mierdas!”

Con su ya legendario Grupo de Amigos Personales – GAP de seguridad, una veintena de muchachos resueltos armados de decoro y ametralladoras, detuvo a fuerzas blindadas, de infantería y aéreas por casi 5 horas. “Porque el hombre de la paz era una fortaleza”, explicó el poeta uruguayo universal Mario Benedetti.

En medio de los combates, con el aire ya casi irrespirable y la casa de gobierno destruida y en llamas, su médico personal logra encontrarlo disparando por una ventana y lo toma por los pies para llevarlo a lugar más seguro. “Suéltame, conchatumadre”, le grita el Presidente, creyendo que se trataba de soldados golpistas que habían logrado ingresar a la Moneda. Cuando le reconoce, le dice con total serenidad: “No ves, jironcito, que esto era más grave de lo que creías esta mañana”.

Ya sin parque para las ametralladoras, Allende se despide de sus compañeros sobrevivientes y les ordena entregarse para no morir quemados en las ruinas del edificio, señalándoles que han cumplido con creces su juramento a la Patria.

Él guarda los últimos tiros para suicidarse y no caer en manos de los militares felones, a los que desprecia, entre ellos Pinochet, quien sólo hace algunas semanas le juró lealtad y por quién Allende, sin saberlo entre los golpistas, muestra preocupación y dolor creyéndolo entre los caídos por el golpe. La grandeza de uno es la medida de la bajeza del otro. El que traiciona a su pueblo para defender los intereses de los poderosos. Y el que regala a su Patria la luz profética de su palabra empeñada.

En su último mensaje profetizó que su voz no sería acallada y que lo seguiríamos oyendo, y continúa cumpliéndonos con su palabra.


Ricardo Jiménez A.

sábado, 8 de junio de 2024

Experiencia exitosa del Mercado de Huancaro en peligro de desalojo por el Gobierno Regional de Cusco. Por José Carlos Llerena Robles, desde el Cusco.

 















José Carlos Llerena desde el Cusco.

El día jueves 6 de junio de 2024, el mercado de productores de Huancaro (Cusco) amaneció rodeado de cientos de policías. Se trata de un tentativo e inminente desalojo de los campesinos y campesinas, quienes vienen pernoctando en el predio del Mercado desde días atrás para proteger el espacio que los alberga por más de 20 años, impulsado por el Gobierno Regional del Cusco con la finalidad de ejecutar un proyecto de inversión pública de dudosa conveniencia para el pueblo cusqueño.

Hoy tenemos una imagen del Mercado de Huancaro radicalmente diferente a la de todos los sábados. En lugar de apreciar la dinámica de más de 10 mil campesinos productores que ofrecen sus productos agrícolas a más de 200 mil consumidores, apreciamos el ejercicio arbitrario y abusivo de la fuerza por parte del Gobierno Regional. En lugar de los 6350 taxistas que trabajan afuera del Mercado los sábados, podemos apreciar transporte policial para cientos de efectivos que rodean amenazantemente el Mercado.

De acuerdo con lo conversado con el presidente de la FARTAC (Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru), Luis Antonio Machicao, el gobernador regional Werner Salcedo se encuentra incumpliendo una promesa de campaña electoral, reafirmada al asumir la gestión pública, que consistía en prorrogar por 10 años el uso del predio donde se ubica el Mercado de Huancaro. Efectivamente, menciona Machicao, el contrato de arrendamiento del 2023 para el uso del predio por parte de los campesinos y campesinas, organizados en la ARPAC (Asociación Regional de Productores Agropecuarios de Cusco), ha vencido el pasado 24 de mayo. En dicho escenario, cuando la ARPAC solicitó se cumpla con la declaración del gobernador Salcedo de dar un uso el terreno del mercado por 10 años más, la respuesta del Gobierno Regional fue categóricamente negativa y echó al olvido la palabra empeñada en campaña.

La razón que el Gobierno Regional cusqueño aduce para incumplir la promesa con los campesinos y campesinas del Mercado de Huancaro es la ejecución del proyecto de inversión pública “Centro de Promoción para la Competitividad Económica de Huancaro”, cuyo desarrollo se llevaría a cabo en el inmueble que ocupa el Mercado. Al respecto, el diriginte de la FARTAC, el Sr. Machicao, señala que no solo el mencionado proyecto no tiene un impacto positivo en la comunidad, sino que, por un lado, el presupuesto del Gobierno Regional del Cusco no contempla partida alguna de donde sufragar los 340 millones de Nuevos Soles que implica el proyecto, y, por otro lado, el Gobierno Regional señala que el proyecto beneficiará a los productores de Huancaro porque se contempla 1500 stands de venta, cuando en la realidad en el Mercado trabajan 10000 familias campesinas. Esto entre otras contradicciones entre distintos funcionarios del gobierno respecto a aspectos esenciales del mencionado proyecto. El dirigente de la FARTAC agrega que “el proyecto de inversión no cumple con los requisitos mínimos de costo beneficio y costo eficiencia”.  El balance de impacto de este proyecto es cuestionable, frente al éxito comprobado de la ARPAC en el Mercado de Huancaro, cuando en el año 2013 ganó el “Concurso de Casos Exitosos de Innovaciones para la Agricultura Familiar en América Latina y el Caribe 2012 – 2013”. Este sería un duro golpe contra el pueblo cusqueño, no solo por la restricción de generación de ingresos económicos para los valiosos productores de la agricultura familiar de Cusco sino también por reducir la oferta de alimentos saludables y a precio justo para miles de familias cusqueñas que se abastecen semanalmente en el Mercado de Huancaro.

A la fecha, los campesinos y campesinas de la ARPAC continúan pernoctando en el Mercado y defendiendo su espacio de trabajo, así como también se han interpuesto distintas demandas constitucionales para garantizar su derecho. Asimismo, la actitud del Gobierno Regional, liderado por Werner Salcedo, ha continuado siendo una de incumplimiento de compromiso con los productores de Huancaro y de amedramiento mediante el uso de la fuerza policial contra miles de familias que se ganan la vida a través del trabajo agrícola, e, inclusive, mediante el uso de la fuerza de personas del gremio de Construcción Civil en Cusco. Mientras el gobierno regional promueve el innecesario conflicto entre trabajador y campesino, los productores del Mercado de Huancaro defienden el ejemplar trabajo de la agricultura familiar que beneficia a productores y a las mesas de miles de cusqueños.

 

 


lunes, 3 de junio de 2024

Prisión de Daniel Jadue en Chile: la justicia rebajada al abuso y la venganza política

 

Impresentable. La jueza chilena, Paulina Moya, ha argumentado hoy que el arquitecto y sociólogo por la Universidad de Chile, diplomado en gestión de calidad total en la Universidad Católica del Norte y candidato a Magíster en Urbanismo y Especialista en Vivienda Social por la Universidad de Chile, especializado por años en gestión municipal y actual alcalde electo por tres períodos consecutivos, desde 2012, en su natal Recoleta, al norte de la ciudad capital, Santiago, representa un “peligro para la sociedad” y ha decretado su prisión preventiva, es decir, para ser investigado (sin condena, ni pruebas de delitos), por cuatro meses.

Previendo lo escandaloso del abuso, que parte de la prensa llama eufemísticamente “desproporcionado”, la jueza ha tenido el tupé de comenzar su alocución señalando que: “no toma en cuenta afiliaciones ni ideologías políticas y se basa en la igualdad ante la Ley”. Como enseñan las teorías de lenguaje, si hay necesidad de decirlo es porque es evidentemente dudoso, por decir lo menos.

El verdadero delito de Jadue es ser militante comunista y exitoso en la gestión municipal, con un programa de estado social que garantiza derechos a la gente, a contramano del neoliberalismo salvaje que propugna la derecha, con la complicidad del gobierno débil, arrinconado y subordinado de Gabriel Boric. Jadue es considerado todavía un candidato presidencial, que en las elecciones pasadas estaba muy por encima en las encuestas que el propio Boric, que solo pudo vencerlo en el duelo de aparatos partidarios de las primarias. Las políticas innovadoras y exitosas del alcalde comunista, en materia de salud, educación, vivienda y cultura, han sido copiadas incluso por sectores de la derecha. Ahora, a la derecha fascista y autoritaria que levanta un proyecto represivo y anti popular por todo el continente, le urge sacar de carrera para las próximas elecciones presidenciales de 2025 a Jadue.

Para ello, no han dudado en rebajar a la justicia al abuso flagrante y a la venganza política. Ya lo habían hecho antes con los presos políticos Mapuche, cuyas arbitrariedades y anomalías judiciales harían sonrojar a cualquier auténtico demócrata. Ahora, demuestran que los comunistas tampoco les parecen merecedores de estándares civilizados de justicia.  

Chile es un país en vilo y en crisis latente. La memoria reciente del llamado estallido social pende como una espada de Damocles sobre el neoliberalismo salvaje; y el “empate” de propuestas constituyentes que ha dejado funcionando a la constitución pinochetista prácticamente sin ninguna legitimidad sólida, real, pone a la clase dirigente tradicional chilena en la vía fascista y autoritaria, conscientes de que solo la represión y el abuso pueden sostener su programa económico.

Todos estamos avisados.