jueves, 30 de octubre de 2025

ESCANDALOSA CONDENA JUDICIAL A CANDIDATO DE LA IZQUIERDA: EL “TERRUQUEO” COMO LAWFARE PERUANO


 









El 24 de octubre de 2025, la Tercera Sala Penal Superior Nacional Liquidadora Transitoria del Poder Judicial condenó a Guillermo Bermejo Rojas - congresista y candidato presidencial de la izquierda para las elecciones de abril próximo - a 15 años de prisión efectiva por el delito de afiliación a la organización terrorista Sendero Luminoso y dispone la inhabilitación para ejercer cargo público y la suspensión de derechos políticos por dos años adicionales a la pena. Aunque el fallo es de primera instancia, se ordenó su prisión efectiva inmediata, en el penal de Ancón I, a una hora en auto de Lima.

La condena es escandalosa hasta lo surrealista. La misma exacta acusación había sido desechada y Bermejo absuelto por falta de pruebas en dos procesos previos. Ahora, un juez públicamente fujimorista (la derecha corrupta peruana) fue traído desde otra jurisdicción y lo condenó, sin que aparecieran nuevos elementos sustantivos frente a los ya valorados antes. La acusación se basa en informes de inteligencia, basados en seguimientos a Bermejo entre 2008 y 2019, realizados sin orden judicial, que además no aportaron ninguna evidencia material de delitos, solo la opinión de “analistas” de estos servicios y supuestos “testimonios” de “colaboradores eficaces”, delincuentes confesos que obtienen prebendas o sufren coerciones para declarar en otros casos.   

La sentencia descansa exclusivamente en declaraciones de estos colaboradores eficaces, recogidas hace años sobre supuestos contactos terroristas de Bermejo en el VRAEM (zona de selva, narcotráfico y “remanentes” senderistas), sin ni la más mínima corroboración independiente que despeje numerosas contradicciones ni eleve tales dichos al estándar penal de certeza. Rechazadas dos veces en procesos anteriores, hoy se les otorga un peso decisivo sin peritajes o evidencias materiales adicionales concluyentes.

Numerosas personalidades, organizaciones y gremios, han repudiado la condena y exigen la libertad de Bermejo. Entre ellos, resulta significativo el general (en retiro) Wilson Barrantes - ex integrante del cuerpo de inteligencia de la Policía Nacional del Perú (PNP) -, que ha sostenido que el proceso contra Guillermo Bermejo se inscribe en una “persecución política”, pues la imputación se apoya en declaraciones de colaboradores eficaces y no en evidencias materiales concluyentes. Advierte además que años de pesquisas no habrían generado pruebas directas y que el peso otorgado a dichos testimonios abre un grave precedente para el debido proceso.

Ciertamente, la condena a Bermejo constituye un precedente preocupante en materia de persecución política y de garantías procesales, en un país signado por la debilidad y crisis institucional, la corrupción y la criminalización y represión de los opositores.

En el Perú, el “terruqueo” se ha consolidado como una práctica de lawfare - uso político del aparato judicial y mediático para neutralizar adversarios - al instrumentalizar la acusación de vínculos con el terrorismo como herramienta de deslegitimación y persecución simbólica. Este mecanismo no busca probar delitos, sino destruir reputaciones, marginar voces disidentes y justificar medidas represivas o judiciales bajo la retórica de la “seguridad nacional”. Diversos analistas han señalado que el “terruqueo” combina discursos mediáticos estigmatizantes, procesos judiciales selectivos y presiones institucionales que erosionan derechos fundamentales, trasladando el debate político al terreno penal y produciendo una forma contemporánea de criminalización del pensamiento crítico o de la protesta social.

Guillermo Bermejo se ha convertido en objetivo de lawfare porque es candidato presidencial y una de las figuras que impulsa la unidad de fuerzas progresistas rumbo a las elecciones generales del 12 de abril de 2026. No por casualidad, su condena llega a pocos días de que el Tribunal Constitucional archivara el “caso Cócteles” de Keiko Fujimori, también candidata, de la derecha fujimorista. En un fallo igual de escandaloso, aunque por razones inversas, pues las evidencias materiales de los delitos de Fujimori eran incontestables.

De hecho, se están usando decisiones judiciales para ordenar la oferta electoral - inhabilitando o validando postulaciones - y así “ganar” la contienda antes de que vote la ciudadanía, no vaya a ser que vuelva a votar por alguien que no es del gusto de los dueños del Perú.

La defensa de Bermejo ejercerá solicitud de nulidad a la Corte Suprema, lo que puede tomar meses. Mientras, la solidaridad nacional e internacional es clave para impedir que en Perú se siga erosionando la escasa legitimidad e institucionalidad democrática que queda.


Ricardo Jiménez A. 

jueves, 9 de octubre de 2025

El mensaje para Trump, que dejó Bolívar



























“Parece que el intento de usted es forzarme a que alterne los insultos: No lo haré; pero si protesto a usted, que no permitiré se ultraje ni desprecie al gobierno y los derechos de Venezuela… Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”.

“El valor y la habilidad, señor Agente, suplen con ventaja al número. ¡Infelices los hombres si estas virtudes morales no equilibrasen y aún superasen las físicas! El amo del reino más poblado sería bien pronto señor de toda la tierra. Por fortuna se ha visto con frecuencia a un puñado de hombres libres vencer a imperios poderosos”.

Son las palabras del Libertador Simón Bolívar, en cartas de 7 y 12 de octubre de 1818, respectivamente, al agente de Estados Unidos, John Baptist Irvine, que ya en esa temprana época ensayaba la pretensión injerencista de subordinar por la prepotencia al pueblo de Venezuela que libraba una cruenta guerra por su primera independencia de España. 

Sin ninguna duda, son también un recado, uno muy claro, que Bolívar dejó para Donald Trump, los gusanos neo coloniales de Miami, encabezados por Marco Rubio, sedientos de sangre y petróleo, y los títeres pseudo fascistas (porque el fascismo auténtico, con todo lo horroroso que fue, era al menos soberano) en Argentina, Perú y otros indecorosos gobiernos de turno, subordinados y sumisos.         

“La Alianza americana debe contar con su absoluta independencia de toda potencia extranjera… formado una vez el pacto con el fuerte ya es eterna la obligación del débil”, adevertía Bolívar, en Carta desde Guayaquil a Bernardo Monteagudo del 5 de agosto de 1825.

El incidente

El incidente que motivó la histórica carta del Libertador ante el intervencionista norteamericano es en sí mismo una metáfora de lo que ocurre hoy mismo en Venezuela y quiso la ironía histórica que otra vez tuvieran como centro los barcos. 

Libraban entonces los patriotas venezolanos y latinoamericanos una guerra de independencia contra el imperio colonial español, sufriendo las más inenarrables penurias económicas y ataques violentos de los colonialistas. En ese contexto, entre largas otras pobrezas, carecía entonces, el artesanal Ejército libertador, de fuerza naval de combate. Contaba, sin embargo, con los jinetes del líder llanero José Páez, acostumbrados desde antiguo a seis meses de inundaciones todos los años. Bolívar creó entonces la “División de Caballería nadadora”, única en el mundo. Los combatientes de ésta se arrojaban a ríos tan caudalosos como el Apure y - como señala el testigo Roberto Cunninghame - “con lanzas en los dientes desafiaban caimanes y abordaban buques y flecheras”, capturando naves enemigas. 

Así ocurrió en 1818 con dos goletas norteamericanas, la Tigre y la Libertad, que por el río Orinoco llevaban armas y alimentos al ejército colonialista español en la región de Angostura, burlando el bloqueo públicamente decretado por los patriotas. Como lo describió Bolívar, en carta al agente norteamericano Irvine de 29 de julio de 1818: “han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura para dar armas a unos verdugos y para alimentar unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana ¡la sangre de sus propios hermanos!”.

Requisadas las naves, por este procedimiento táctico de Bolívar, el entonces naciente imperio del norte, a través del agente Irvine, inició un intercambio de cartas con el Libertador para imponer la devolución de los pertrechos. En ellas, la burla a su inusitada y sencilla “unidad militar” se combinaba con amenazas y chantajes. 

La respuesta del Libertador, en las ya citadas cartas al agente norteamericano, permite comprender la actitud de su pueblo venezolano hoy, frente a la nueva prepotencia e ilegalidad trumpista, y representan una advertencia que a los injerencistas actuales les convendría sopesar. 

Una política 

Para quienes pudieran pensar que se trata en todo caso de un incidente aislado y no de una política permanente del Libertador frente a las prepotencias del gigante egoísta del norte, conviene citar las palabras de Bolívar, en carta al mismo agente Irvine en carta de 20 de agosto de 1818, denunciando las políticas de Estados Unidos, que movidas por contubernios y negociaciones con España, castigaban a ciudadanos norteamericanos que decidieran apoyar a los independentistas latinoamericanos:    

“Hablo de la conducta de los Estados Unidos del Norte con respecto a los independientes del Sur, y de las rigurosas leyes promulgadas con el objeto de impedir toda especie de auxilios que pudiera procurarnos allí. Contra la lenidad de las leyes americanas se ha visto imponer una pena de diez años de prisión y diez mil pesos de multa, que equivale a la muerte, contra los virtuosos ciudadanos que quisiesen proteger nuestra causa, la causa de la justicia y de la libertad, la causa de América”. 

Dos años después del incidente con Irvine, Bolívar reafirma esta convicción, en carta desde San Cristóbal a José Rafael Revenga, de 25 de mayo de 1820: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quién sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses”.  

Hacia el final de su vida, el Libertador comprende a cabalidad la larga marcha de sufrimientos que nuestros pueblos habrán de atravesar para librarse de la persistente sombra imperial norteamericana, sus políticas de saqueo, sus gobiernos títeres, sus invasiones directas, sus golpes de estado y sus dictaduras. Así lo expresa en carta desde Guayaquil al coronel Patricio Campbell, de 5 de agosto de 1829: “y los Estados Unidos, que parecen destinados a plagar la América de miserias a nombre de la libertad”.

Finalmente, a confesión de parte, relevo de prueba. Son numerosos los partes de guerra e informes de espías a sueldo y mercenarios de EE.UU., a lo largo de la lucha de Bolívar, conservados hasta hoy y que testimonian una sistemática labor de sabotaje y desprestigio contra los planes de Bolívar, fracasada la táctica de ganarlo con sobornos y prepotencias. Un ejemplo, curiosamente desde Lima, que hoy integra el vergonzoso grupo de países títeres de la agresión imperial. El 3 de febrero de 1827 el cónsul de EE.UU. en Lima, William Tudor, envió al Departamento de Estado una carta a raíz del fracaso transitorio del “Congreso Anfictiónico de Panamá”, el gran proyecto de Bolívar para gestar la unión latinoamericana.

En la carta señala literalmente: “La esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos es una de las más consoladoras. Esto no sólo es motivo de felicitación en lo relativo a la América del Sur, liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos, sino que también Estados Unidos se ve aliviado de un enemigo peligroso en el futuro... Si hubiera triunfado estoy persuadido de que hubiéramos sufrido su animosidad”.

¿Hace falta más para saber de qué lado debemos estar los/as latinoamericanos/as y las personas honradas del mundo?



Ricardo Jiménez A.