Este sábado 7 de octubre en la noche,
en el distrito de Lince en Lima, se realizará un recital de canto y poesía en
conmemoración de los cincuenta años de la caída de Ernesto “Che” Guevara en la
lucha guerrillera. Se me ha invitado gentilmente a hacer un comentario de
presentación en la ocasión, tarea que asumo con gusto y responsabilidad.
Parte de las reflexiones sobre el Che
que quiero compartir ahí tratan sobre la relación relevante que el Perú como
país y como pueblo tuvo con el Che.
En 1952, el joven practicante de
medicina Ernesto Guevara hace un largo viaje como “mochilero” por Suramérica en
compañía de un amigo. Deja registros escritos del viaje que dieron origen a un
texto y a una galardonada película de cine, “Diarios de motocicleta” del año
2005.
Entre los países que visita está Perú,
donde permanece largos meses, en diversos lugares que incluyen Machu Picchu,
donde junto con la majestuosidad y significación trascendente del complejo
arquitectónico, deja testimonio del saqueo arqueológico al que fue sometido por
los primeros investigadores y visitantes extranjeros[1].
Recibe en este país la hospitalidad y
amistad del doctor peruano, Hugo Pesce, quien había sido compañero - y cofundador
en 1928 del Partido Socialista Peruano - del sobresaliente pensador José Carlos
Mariátegui, a cuyas ideas marxistas latinoamericanistas introduciría al joven
argentino.
La relevancia de esto para la
formación de quien más tarde influiría a su vez en la historia continental y
mundial, la describe el propio Guevara en la dedicatoria que le escribe a Pesce
en un ejemplar que le envía al Perú de su libro “Guerra de guerrillas”, publicado
en Cuba en 1960.
“Al doctor Hugo Pesce, que provocara, sin saberlo quizás, un gran cambio
en mi actitud frente a la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de
siempre pero encaminado a fines más armoniosos con las necesidades de América;
fraternalmente, Che.”[2]
Es también por mediación del doctor
Pesce que en Lima, en el barrio de Piñonate en San Martín de Porres, y en el
Amazonas peruano, en el pueblo de San Pablo, trabaja en leprosorios, al
servicio de los enfermos que en la época eran las personas más marginales y
excluidas imaginables. Hecho que sin ninguna duda impactó en la sensibilidad
social y política del futuro revolucionario y sobre todo en su visión
irrenunciablemente continental, opuesta a todo atisbo de chovinismo localista.
Así lo consigna Guevara en sus apuntes, cuando el 14 de junio de 1952 recibe en
el leprosorio amazónico peruano un agasajo por su 24 cumpleaños.
“yo, ‘pisqueado’, elaboré más o menos lo que sigue:
Bueno, es una obligación para mí el agradecer con algo más que con un
gesto convencional, el brindis que me ofrece el doctor Bresciani. En las
precarias condiciones en que viajamos, sólo queda como recurso de la expresión
afectiva la palabra, y es empleándola Que quiero expresar mi agradecimiento, y
el de mi compañero de viaje…. Pero hay algo más; dentro de pocos días dejaremos
el territorio peruano, y por ello estas palabras toman la significación
secundaria de una despedida, en la cual pongo todo mi empeño en expresar
nuestro reconocimiento a todo el pueblo de este país, que en forma
ininterrumpida nos ha colmado de agasajos, desde nuestra entrada por Tacna.
Quiero recalcar algo más, un poco al margen del tema de este brindis: aunque lo
exiguo de nuestras personalidades nos impide ser voceros de su causa, creemos,
y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en
nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos
una sola raza mestiza que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta
notables similitudes etnográficas. Por eso, tratando de quitarme toda carga de
provincialismo exiguo, brindo por Perú y por América Unida.”[3]
Esa concepción latinoamericanista del
muy joven Guevara, cristalizada tempranamente como “prototipo” en Perú, aparecerá
años después, acendrada, como programa de la emancipación popular del
continente.
En 1964, como representante oficial de
Cuba ante la Asamblea de Naciones Unidas, el Che hará explícito el estatus
continental de esta identidad, poniendo su propia experiencia biográfica como
ejemplo de ese patriotismo gran nacional, ante insinuaciones chovinistas a su
nacionalidad de origen.
“He nacido en la
Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y,
si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota
de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera
necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera
de los países de Latinoamérica.”[4]
En su último
documento público, su famoso “mensaje a la Tricontinental” de 1967, Guevara
profundiza teóricamente esta noción, describiendo las dimensiones culturales,
históricas y geopolíticas que explican más ampliamente estas articulaciones
identitarias y programáticas de lo nacional, lo gran nacional continental y el internacionalismo,
en una sola y misma lucha de la humanidad hacia el socialismo.
“América
constituye un conjunto más o menos homogéneo y en la casi totalidad de su
territorio los capitales monopolistas norteamericanos mantienen una primacía
absoluta…
En este continente se habla prácticamente una lengua,
salvo el caso excepcional del Brasil, con cuyo pueblo los de habla hispana
pueden entenderse, dada la similitud de ambos idiomas. Hay una identidad tan grande
entre las clases de estos países que logran una identificación de tipo
«internacional americano», mucho más completa que en otros continentes. Lengua,
costumbres, religión, amo común, los unen. El grado y las formas de explotación
son similares en sus efectos para explotadores y explotados de una buena parte
de los países de nuestra América…
Hemos sostenido desde hace tiempo, que dadas sus
características similares, la lucha en América adquirirá, en su momento,
dimensiones continentales. Será escenario de muchas grandes batallas dadas por
la humanidad para su liberación.
En el marco de esa lucha de alcance continental, las
que actualmente se sostienen en forma activa son sólo episodios…
Y que se desarrolle un verdadero internacionalismo proletario; con
ejércitos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se luche
sea la causa sagrada de la redención de la humanidad.”[5]
Luego de aquel primer viaje de 1952,
el Che hará otro más al año siguiente, pasando nuevamente por Perú. A lo largo de toda su vida, su
relación y primer matrimonio con la revolucionaria peruana Hilda Gadea y su
vínculo con revolucionarios peruanos que caerán junto a él en el proyecto
guerrillero boliviano, reforzarán esta relevante relación histórica peruana con
el Che[6].
Sin embargo, en el Perú actual, salvo
significativos pero modestos rescates de esta memoria, predomina su silencio y
desconocimiento. En su lugar, abundan los repetidos lugares comunes por
enfatizar el uso que se hace de la imagen del Che en producciones mercantiles
de ropa o en el simbolismo de las barras de fútbol. También las obviedades
alusivas a que “no era un dios ni un demonio, sino un ser humano común”. No
existe ni el más mínimo esfuerzo por rescatar o incluso, siguiendo la lógica
neoliberal, aprovechar turísticamente, esa memoria. El Perú oficial no sabe ni
deja saber de ella, por más que su importancia histórica objetiva sea
indudable.
No tengo dudas de
que el actual Perú neoliberal, de espaldas e incomodo a los proyectos
continentales soberanos, está condenado a ser superado por la historia como lo
hiciera el Perú colonialista en la hoguera de Ayacucho. Entonces, con
seguridad, la hora de una reivindicación oficial, masiva, de esta relación
peruana con el Che, llegará.
Es en esa certeza
que cobra aún más sentido la evocación de este sábado, acaso un rastro de migas
de pan que vamos dejando los pueblos, en épocas de extravío, para recuperar el
camino de la memoria y el destino.
·
Por Ricardo jimenez A., sociólogo, comunicador y facilitador
chileno residente en Perú. ricardojimenez006@gmail.com
[1] Guevara, Ernesto (2005). Diarios de
motocicleta Notas de un viaje por América Latina. Argentina: Planeta. pp. 167 y 168.
[2] Instituto Nacional de Salud
– INS (2005). Hugo Pesce. Pensamiento médico y filosófico. Perú: Autor. p. 17.
[3] Guevara, Ernesto (2005). Diarios de
motocicleta Notas de un viaje por América Latina. Argentina: Planeta. pp. 195 y 196
[4] Discurso
pronunciado por Ernesto Che Guevara, representante de Cuba, el 11 de diciembre
de 1964 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (19ª sesión, 1299ª
reunión). Transcripción tomada de CheGuevara.com (consultada el 28-o9-17).
El registro audiovisual se encuentra en Youtube.
[5] Mensaje del Comandante
Ernesto Che Guevara a los pueblos del mundo,
enviado a través de la Organización de Solidaridad con los pueblos de Asia,
África y América Latina (OSPAAAL), hecho público en Cuba, el 16 de abril de
1967. Guevara, Ernesto (2004). Obras
escogidas. Chile: Resma. pp. 428, 431 y 434.
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