Entre
los extraordinariamente múltiples talentos del Che: éticos, políticos,
intelectuales y militares, frutos de su voraz afán por desarrollar
constantemente al máximo posible su humanidad, se encuentra también su
dimensión artística.
El
sábado pasado, 7 de octubre, en el espacio “Juglares” en Lima, animado por el
trovador Jorge Millones, durante un hermoso recital de canto y poesía para
celebrar el regalo que ha sido la vida, la lucha y el ejemplo del Che, fue también
una estupenda ocasión para profundizar y disfrutar de esta fundamental
dimensión artística suya.
La
importancia del arte para el Che puede graficarse en el hecho de que, en medio
de las terribles dificultades, sacrificios y escaseces de la guerrilla en Bolivia,
llevaba en su mochila un cuaderno con poesías de Pablo Neruda, César Vallejo,
León Felipe y otros poetas.
Los
más grandes poetas, entre ellos el mismo Neruda, Benedetti, Cortázar, Guillén y
muchos otros, le correspondieron, a su vez, con versos que expresaron la pena y
la admiración, cuando su partida física sacudió a los pueblos del mundo entero,
sin excepción. Como lo muestra el hecho extraordinario que a mediados de la
década de 1960, cuando el movimiento político de los afroamericanos en Estados
Unidos alcanzaba sus expresiones más radicales, virulentas y hasta sectarias,
el único retrato de un líder no afroamericano que, no solo era admitido, sino
públicamente admirado, era el del Che.
Su
ejemplo se ha vuelto desde entonces una fuente de inspiración que no cesa. Siguen
los poetas cantando su paso por el mundo. Muchos fueron también guerrilleros,
como Roque Dalton, Leonel Rugama y Tomás Borge, entre otros.
Existen
poesías del propio Che, previas a la expedición guerrillera del Granma, en las
que le habla a Fidel - casi premonitoriamente de la que sería después su imagen
más conocida - de “frente plena de
martianas estrellas”. Durante su vida como cuadro dirigente de la
revolución cubana, en el ejercicio de diversos cargos, era usual que citara o
leyera poesías en medio de sus discursos públicos, como por ejemplo la de
Rabindranath Tagore.
Inagotable
ha sido también su inspiración en el canto, que ha encontrado en el Che uno de
los tópicos más sublimes y colectivos de la humanidad. Desde las sencillas
coplas campesinas hasta la trova y el rock.
En
el libro “Canto épico a la ternura”, Rony Feliú, Director cubano de la Revista
Tricontinental, ha recopilado 150 canciones de 16 países directamente creadas
para el Che. En una entrevista reciente, Silvio Rodríguez habla de siete de sus
canciones para el guerrillero heroico. La canción “Hasta siempre, Comandante”
del cubano Carlos Puebla es ya un himno latinoamericano.
La
banda de rap metal estadounidense Rage Against the Machine (Odio contra la máquina), que se caracteriza por sus mensajes de
crítica social y política, usó la más icónica imagen del Che, con boina y
mirando el horizonte, para la portada de su primer disco.
Desde
la escultura, la pintura, la fotografía, el mural y todas las formas
concebibles del arte visual, la imagen del Che se ha generalizado a la cultura
pop, incluyendo su presencia en tatuajes, banderas de barras de fútbol,
camisetas, zapatillas y toda clase de productos mercantiles. Se ve en ello
muchas veces una distorsión contraproducente. Pero representa también un plano
mucho más amplio de su influencia y simbolismo ético primordial, acaso incluso
inconsciente, aunque necesariamente menos denso y menos definido
ideológicamente.
El
denominado séptimo arte también sabe de su paso. En 1969, apenas caído el Che,
se estrenó la película “Ché!”, dirigida por Richard Flischer y groseramente
manipulada por la Central de Inteligencia norteamericana, CIA, para desprestigiar
al revolucionario. La película fue prohibida en Argentina debido a su evidente
impronta fascista. Omar Sharif, afamado actor que interpretó al Che en ella, ha
lamentado públicamente haberlo hecho, calificándolo como el mayor error de su
vida.
En
2004, se estrenó la película “Diarios de motocicleta”, dirigida por Walter
Salles y protagonizada por Gael García Bernal, que relata los viajes juveniles
de Ernesto Guevara por América del Sur en 1952. Ganó más de veinte premios
internacionales.
En
2008, se estrenó la película “Che”, dirigida por Steven Soderbergh y
protagonizada por el actor Benicio del Toro. Aplaudida por la crítica y el
público, muestra la vida del Che en dos partes; la primera (“El Argentino”) en
la lucha guerrillera cubana y la segunda (“Guerrilla”) en la lucha guerrillera
en Bolivia.
Se
está por estrenar en Japón, y se anuncia para noviembre en Cuba y Bolivia, la
película “Ernesto”, centrada en la vida de Freddy Maymura, joven estudiante de
medicina, boliviano de padres japoneses,
que cayó en la lucha guerrillera del Che en Bolivia, usando como nombre
político el que da título a la película. Dirigida por el japonés Junji
Sakamaoto, es una producción japonesa rodada en Cuba y en español.
En
el campo del vídeo documental, existen literalmente innumerables documentales
centrados en diversos aspectos de la vida y lucha del Che, cuyo núcleo podría
encontrarse en la producción cubana de más de cuarenta documentales del más
alto valor fílmico, histórico y político.
Artista de sí mismo
Existe
consenso, finalmente, que la mayor dimensión artística del Che fue él mismo.
Una idea que asoma en esta frase que escribió en una carta de despedida a sus
padres, antes de emprender los que serían sus últimos proyectos guerrilleros: “…una voluntad que he pulido con delectación de artista.”
Una
idea que se reafirma con singular belleza en uno de los más conmovedores documentos
que se hayan hecho para el Che, la carta de despedida para él de Haydée
Santamaría, la legendaria revolucionaria cubana:
“…este gran pueblo no
sabía que grados te pondría Fidel. Te los puso: artista. Yo pensaba que
todos los grados eran pocos, chicos, y Fidel, como siempre, encontró los
verdaderos; todo lo que creaste fue perfecto, pero hiciste una creación única,
te hiciste a ti mismo”.
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